miércoles, 13 de marzo de 2013


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

    
                                  DOMINGO DE CUARESMA V-C Dia 17  marzo

 

     Este evangelio nos describe el encuentro de Jesucristo con unos fariseos que le  ponen delante a una mujer, a la que acusan de ser adúltera. Según ellos, esa mujer tenía que ser apedreada hasta morir aplastada por un montón de piedras. Argüian que eso era lo que estaba mandado en la ley antigua. Y le hacen a Jesucristo esta pregunta a bocajarro:” Maestro,la ley nos manda apedrear a las adúlteras; tú,¿qué dices?”.

    Lo que buscan aquellos fariseos realmente no es sólo la muerte de la adúltera, sino cazarle a  Jesús en una respuesta, por la que pudieran acusarle ante los tribunales.- Y Jesucristo se quedó pensativo, se inclinó mirando al suelo, y empezó a escribir con el dedo en la tierra.- Un tanto molestos, le repiten la pregunta. Y les contesta lo que no se esperaban. No acusa a la mujer. Los acusa a ellos, por no tener piedad con esa mujer.  Su respuesta fue desconcertante: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Si esta mujer es culpable, si esta mujer merece un castigo, ¿ a ver, quien de vosotros está limpio de culpa, a ver, quién de vosotros tiene las manos limpias ?.-

 Y Jesucristo, horrorizado de la sangre fría y de la maldad asesina de aquellos hombres, que refugiándose en un precepto antiguo, querían matar a una mujer indefensa, volvió otra vez a mirar al suelo,y siguió escribiendo en la tierra, a ver si comprendían de una vez que él no había venido a condenar a un pecador arrepentido sino a salvarlo.- Y poco a poco fueron marchándose del corro, y dejaron sola a la mujer. Cuando se incorporó y levantó la vista , le preguntó: “ Mujer, ¿dónde están sus acusadores?; ¿Ninguno te ha condenado ?”. Ella contestó :”Ninguno, Señor”. Jesús dijo :” Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.

   Jesús libera a la pecadora de su pasado y le anima a mirar hacia adelante. La insta a detestar el pecado que la destruye, y a que comience a ser buena ,a que sea una mujer nueva. Lo viejo son el pecado y las piedras justicieras; la ira y la venganza. Lo nuevo es la misericordia y el perdón.

     Jesucristo se comporta de distinta manera que los demás. No insulta a la mujer, ni la avergüenza. La respeta. Ve en ella una persona debil, una persona humillada, una persona que sufre. No sólo la respeta, sino que la mira con amor misericordioso.- La mujer temblaría al ver al Maestro escribiendo en la tierra. Pensaría que estaría escribiendo la sentencia de muerte. Pero cuando Jesús se enderezó y miró fijamente a la mujer, se sintió salvada. En aquellos ojos misericordiosos leyó la dulce sentencia de ser perdonada.

     En esa mujer pecadora nos vemos representados todos los pecadores. Ella reconoce que ha obrado mal, que ha sido infiel . Es sincera consigo misma, y se reconoce pecadora.- Entremos dentro de nosotros mismos, veámonos como somos. Repudiemos el mal que hayamos hecho. El pecado es un mal. El pecado te hace daño, te rebaja y te encadena. El pecado te destruye y no permite que seas tú mismo. El pecado te hace mal a tí mismo, y piensa el daño que puedas hacer a los demás. Piénsalo a solas delante de Dios. Pídele perdón a Dios. Y Dios te dará a gustar la ternura infinita de sentir su perdón, su bondad inmensa. Cómo dentro de uno mismo ,con el perdón y la misericordia, renace la vida nueva de la gracia que vuelve a animar nuestra existencia.     “Perdonad, y sereis perdonados”. La medida que useis con los demás , la usarán con vosotros. “Señor, perdona nuestras ofensas ,  como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.

 

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