SANTA TERESA CANTA Y LLORA EN LA NAVIDAD
Son deliciosos los villancicos que compuso santa Teresa para cantar con sus monjas al Niño Dios:
¡Ah, pastores que
velais
Por guardar vuestro
rebaño,Mirad que nos nace un cordero,
Hijo de Dios soberano.
”Mi gallego, mira quien llama
ángeles son, que
ya viene el alba.
¿Es parienta del alcalde
u quién esta doncella?
Ella es
hija de Dios Padre,
relumbra como una estrella”.
Y también para la fiesta de la
Epifanía había compuesto este villancico:
“Pues que la estrella
es ya llegada,Vaya con los Reyes
La mi manada”.
“Vamos todos juntos
a ver al Mesias,
que vemos cumplidas
ya
las profecías;
pues en nuestros días
es ya llegada
vaya con los Reyes
la mi
manada”.
De la monja Isabel Dantisco nuestra Santacuenta que “cuando no es hora de
recreación, está en su ermita tan embebida en su Niño Jesús y sus pastores y su
labor, que es para alabar al Señor”.
Las fiestas navideñas culminan después de la Epifanía, en el domingo del Bautismo de Jesús. Y para este día la Priora les tenía preparada una sorpresa muy original, que han seguido repitiendo hasta el presente. Consistía en que la Priora, después del desayuno de la comunidad, entraba en el refectorio y las decía: Hermanas, el Niño se ha perdido. Todas se ponen a buscar al Niño, representado en una imagen, que ella ha ocultado en el sitio más inverosímil. Cuando la encuentran, todas saltan de alegría.
Precisamente en la Nochebuena de 1561 le comunican que el
Provincial ha ordenado que tiene que salir inmeditamente de la Encarnación para
viajar a Toledo reclamada por doña Luisa de la Cerda, que necesitaba el
consuelo de nuestra monja, precisamente cuando estaba pendiente de los permisos
para fundar su convento de San José, cosa que le sentó fatal. También en
Navidades, tropezó en la escalera de su nuevo conventito, y se fracturó un
brazo.
Dicen las carmelitas actuales que hacen lo que haría Ntra. Santa
Madre Teresa: Vivimos ahora las costumbres de sus Delcalzas, tan llenas de
espíritu de alegría, de entusiasmo, de fervor que se desborda y se hace
palpable en mil detalles.Al pasar una y otra vez,- comentan-, deprisita por
estos claustros tan evocadores, nos parece que al volver cualquier esquina nos
vamos a encontrar con la misma Santa Madre en persona, con aquellos ojos suyos
tan llenos de alegría en la Navidad, tarareando villancicos, “porque gusta de
estas muestras de amor el Hijo de
María”.
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