lunes, 17 de diciembre de 2012


 
 
 
 
 
EL QUE CONOCE LO MUCHO QUE LE HA PERDONADO DIOS, PERDONA CON TODA FACILIDAD

Santa Teresa relaciona la oración con el perdón, hasta el punto de concluir que si uno se cree que hace oración de verdad, y no acierta a perdonar automáticamente al que le ha ofendido, es que su oración es todavía imperfecta. Se pregunta y nos pregunta: la oración verdadera ¿ es o no es un generador de perdón incondicional y de amor a ultranza? ¿ Qué capacidad y qué facilidad de perdón real produce la oración en el orante?

 

Y Teresa no se refiere precisamente a aquellas “cositas que llaman agravios, con las que parece hacemos casas de pajitas, como niños”, sino a los casos importantes, a los pisotones en el amor propio, a las calumnias, a las situaciones extremas de humillación…¿qué capacidad de encajar golpes ha adquirido el orante que dice al Padre una y otra vez ”perdóname, que perdono”?

 

El verdadero y perfecto orante no anda en titubeos y reticencias a la hora de perdonar. Conoce bien la trascendencia del perdón vivido por Cristo. Sabe por experiencia que cada ocasión solemne de perdonar injurias u ofensas  aporta “oro” y “joyas”, y como tales la aprecia “porque tiene entendido que estos tesoros les han de hacer ricos”. Ha de “allanarse hasta quedar muy bien con quien le injurió”. La escuchamos:

 

A estos buenos orantes pésales les tengan por más de lo que son, y sin ninguna pena desengañan, sino con gusto…Mas lo primero, que es estar determinados a sufrir injurias y sufrirlas aunque sea recibiendo pena, digo que muy en breve lo tiene quien tiene ya esta merced del Señor de tener oración hasta llegar a unión; y que si no tiene estos efectos y sale muy fuerte en ellos de la oración, crea que no era la merced de Dios, sino alguna ilusión y regalo del demonio, porque nos tengamos por más honrados.

 

En breve tiempo se hace con fortaleza, y ya que no la tenga en otras virtudes, en esto de perdonar, sí. No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la misma misericordia donde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió (CP 36, 8-12).

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario