Teresa de Ávila trata a Jesucristo como rey y señor, como esposo, maestro, hermano o amigo. En la página que hoy comentamos, trata a Cristo como amigo y Señor. Pero nos previene de que una cosa son los que llamamos señores de este mundo y otra cuando nos referimos a Jesucristo.
A los que llamamos señores, ponen su señorío en autoridades postizas: tienen fijadas horas de audiencia y no reciben a un cualquiera, sino sólo a personas distinguidas; y no se les puede dar disgustos, sino callar lo que mal les parezca, y ni siquiera pensarlo para no ser desfavorecidos del Señor.Van acompañados de su séquito, porque a solas serían tratados como a un cualquiera.
Todo lo contrario ocurre en el trato con Jesucristo, a quien se le puede hablar en cualquier momento, de cualquier asunto y por cualquier persona. La escuchamos:
A Jesucristo le "puedo tratar como con amigo, aunque es Señor, porque entiendo no es como los que acá tenemos por señores, que todo el señorío ponen en autoridades postizas. Ha de haber horas de hablar y señaladas personas que los hablen. Si es algún pobrecito que tiene algún negocio, le ha de costar tratarlo con más rodeos y favores y trabajos"·
"¡Oh, que si es con el Rey! Aquí no hay tocar gente pobre y no caballerosa, sino preguntar quién son los más privados; y a buen seguro que no sean personas que tengan el mundo debajo de los pies, porque estos hablan verdades que no temen ni deben; no son para palacio, que allí no se deben usar (verdades) sino callar lo que mal les parece, que aún pensarlo no deben osar, por no ser desfavorecidos".
"¡Oh Rey de gloria y Señor de todos los reyes, como no es vuestro reino armado de palillos, pues no tiene fin! ¡Cómo no son menester terceros para Vos! Con mirar vuestra persona se ve luego que es sólo el que merece que os llamen Señor. Según la majestad, mostrais no es menester gente de acompañamiento ni de guarda para que conozcan que sois Rey; porque acá un rey solo, mal se conocerá por sí, aunque él más quisiera ser conocido por rey. No le creerán, que no tiene más que los otros; es menester que se vea por qué lo creer. Y así es razón tenga estas autoridades postizas, porque si no las tuviese no le tendrían en nada; porque no sale de sí el parecer poderoso; de otros le ha de venir la autoridad"-
"Oh Señor mio!, ¡oh Rey mio! ,¡quién supiera ahora representar la majestad que teneis! Es imposible dejar de ver que sois gran Emperador en Vos mismo" (V 37,6).
En estos dias nos ponemos frente al Niño Dios, doblamos las rodillas y le adoramos como verdadero Rey del mundo, revivido en cada uno de nosotros en la sagrada Nochebuena. Con un cordial saludo. Nicolás
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