domingo, 18 de diciembre de 2011

DE VER A CRISTO ME QUEDÓ IMPRESA SU GRANDÍSIMA HERMOSURA






Ya viviendo Teresa en su recién fundado convento de san José, en la soledad del claustro pudo intimar con su amado Señor hasta recibir regalos celestiales inconmensurables. Toda su vida de oración y de accesis va a centrarse en el trato íntimo con Jesucristo: traerle siempre consigo, hablar con El y de El, pedirle por sus necesidades, ofrecerle sus trabajos, alegrarse con El en tantos gozos como experimentaba. Una de esas visiones interiores que le quedaron impresas en su alma fue la imagen de Jesucristo, radiante de hermosura, de tal manera que nada ni nadie la pudo igualar, y una palabra salida de su boca era el máximo regalo que jamás pudo apetecer. Es la mejor señal de que estaba locamente enamorada de Jesucristo. La escuchamos:






"De ver a Cristo me quedó imprimida su grandísima hermosura, y la tengo hoy día; porque para esto, bastaba sola una vez, ¡ cuánto más tantas como el Señor me hace esta merced!"-






"Quedé con un provecho grandísimo, y fue éste: tenía una grandísima falta, de donde me vinieron grandes daños, y era ésta: que, como empezaba a entender que una persona me tenía voluntad, y si me caía en gracia, me aficionaba tanto que me ataba en gran manera la memoria a pensar en él. Después que vi la gran hermosura del Señor, no veía a nadie que, en su comparación, me pareciese bien ni me ocupase; que con poner un poco los ojos de la consideración en la imagen que tengo en mi alma, he quedado con tanta libertad en esto, que después acá todo lo que veo me parece hace asco en comparación de las excelencias y gracias que en este Señor veía".






" Ni hay saber ni manera de regalo que yo estime en nada en comparación del que es oir sola una palabra dicha de aquella divina boca, cuanto más tantas. Y tengo yo por imposible, si el Señor por mis pecados no permite se me quite esta memoria, podérmela nadie ocupar de suerte que, con un poquito de tornarme a acordar de este Señor, no quede libre" (V 37, 3-4).






Amigos del BLOG, entramos en la semana que termina en la Nochebuena. Ójala se nos quede tan impresa en el alma la imagen del Niño Dios, que sea el mejor regalo personal que recibamos en estas fiestas. Disfrutemos de la amistad y de la compañía de los nuestros, pero el más nuestro es ese Niño Dios. Que el sentido cristiano de la Navidad no pierda fuerza en nuestros hogares. Con un saludo. Nicolás
























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