NOCHE BUENA
Un ángel, envuelto en una nube de luz, anunció a los pastores de Belén: “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesias, el Señor”. Fue el anuncio de una gran y esperada verdad: Dios se ha hecho presente en el mundo. Desde ese momento, Dios es realmente un Dios con nosotros. Ya no es el Dios lejano que, mediante la creación y a través de la conciencia, se puede intuir en cierto modo desde lejos.
Dios ha entrado en el mundo. Es quien está a nuestro lado, con nosotros, todos los dias, hasta el fin del mundo. Para estar con nosotros, ha nacido el Salvador. Lo que el ángel anunció a los pastores, Dios nos lo vuelve a decir ahora por medio del Evangelio y de esta liturgia que estamos celebrando.-
Fue una noticia que movilizó a los pastores. Es una noticia que tampoco a nosotros puede dejarnos indiferentes. Por ser verdadera, todo cambia. Por ser cierta, también nos afecta a cada uno de nosotros. Por eso estamos aquí en vela esta noche. Como los pastores, hemos dicho nosotros: Vayamos a la iglesia; vayamos a adorar a Dios hecho Niño por nosotros.
Aquellos pastores de Belén eran personas vigilantes. El mensaje del ángel les pudo llegar precisamente porque estaban velando. Nosotros también hemos estado despiertos para que nos llegase el mismo mensaje, y por eso estamos aquí. ¡Ser personas vigilantes en la vida! ¿Qué significa esto?
La diferencia entre uno que sueña y uno que está despierto consiste ante todo en que, quien sueña, y va así por la vida, vive en un mundo muy particular. Con su yo, y siempre con su yo, vive en un mundo que considera solamente suyo. Despertarse significa salir de su mundo particular y entrar en la realidad común, que es la realidad en la verdad, porque es la única que nos une a todos. El conflicto en el mundo, la imposibilidad de conciliación recíproca, es la consecuencia de estar encerrados en nuestros propios intereses y en nuestras opiniones personales, en nuestro minúsculo mundo privado. El egoismo nos tiene prisioneros de nuestros intereses y deseos, que contrastan con la verdad y nos dividen y separan a unos de otros.
¡Despertad! Nos dice el Evangelio esta noche luminosa. Salid fuera de vosotros mismos, como salieron los pastores de sus chozos, para buscar y entrar en la gran verdad común : aceptar la compañía de Dios y la compañía afectuosa con los demás, que es la cosa más importante . La mayoría de los hombres no consideran una prioridad la causa de Dios. A Dios y a sus mandamientos, lo posponen a cualquier otra cosa. Esta es la prioridad precisamente que nos enseñan los pastores de Belén. Aprendamos de ellos a no dejarnos apresar por las urgencias de la vida cotidiana. Queremos aprender de ellos la libertad interior de poner en segundo lugar otras ocupaciones, por muy importantes que sean, para encaminarnos hacia Dios, para dejar que entre en nuestra vida y en nuestro tiempo.- Despertar significa avivar la sensibilidad para con Dios, reconocer y aceptar que Dios tiene la máxima prioridad en nuestra vida, y encontrarle en tantos signos silenciosos de su presencia, en las múltiples ocasiones en las que quiere guiarnos.
En esta sagrada litúrgia que estamos celebrando en estos espacios sagrados , los ángeles de Dios y los santos nos rodean. Dios mismo se hace realmente presente en la eucaristía .Viene a nuestro encuentro, porque nos ama. Sí, ésta es la novedad de esta noche. El angel había dicho a los pastores: “Aquí teneis la señal: encontrareis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. La señal de Dios no es un milagro clamoroso, diferente, irrefutable , manifestación de poder y de grandeza. La señal de Dios es su humildad, es que se hace pequeño, que se convierte en niño, que se deja tocar y pide nuestro amor. Dios es así. Su señal nos invita a recibirle con fe y amor, y dejarnos marcar por su misma señal de humildad. Dios viene a nosotros como hombre, para que nosotros nos hagamos verdaderamente más humanos.
Por esto, queremos pedir en esta noche buena: Señor, tú que has nacido en Belén, ven con nosotros.Entra en mí, en mi alma. Renuévame a tu imagen y semejanza.
¡Feliz Navidad! Con un cordial abrazo, vuestro amigo y capellán Nicolás González
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