Cuando ya Teresa tenía preparada la casa para fundar su nuevo convento en Ávila. a una mujer importante de Toledo, que se siente morir de pena por haber quedado viuda, se le ocurre pedir al Padre Provincial de los Carmelitas que ordene a nuestra Fundadora que se desplace a Toledo para consolarla Y así lo hizo. Recibió la notia en la noche de Navidad.
Teresa quedó desolada.Cuando la muy magnífica señora priora le llamó aparte mientras iban a cantar maitines en el coro, sin más explicaciones de que el Provincial le ordenaba ir a Toledo, Teresa se creyó lo peor: que el fraile supiera que la monja de la Encarnación seguía con su proyecto de fundar el nuevo convento, y que por eso la castigaba a salir de la ciudad, a veinte leguas de distancia, para impedirla llevar a cabo el proyecto; que qué iba a ser de ella sin poder adivinar el tiempo en que duraría su ausencia; que por qué una monja contemplativa tenía que ir a la ciudad imperial a vivir en un palacio para consolar a una viuda, por muy grande señora del reino que fuere. La esuchamos sus penas y lo que le aconsejó el Cofundador, el Señor del cielo y de la tierra:
"Yo temía harto que, venido el provincial (a Ávila), si algo le dijesen de ello ( del nuevo convento), me había de mandar no entender en ello, y luego era todo cesado. Proveyólo el Señor de esta manera: que se ofreció en un lugar grande, más de veinte leguas de éste, que estaba una señora muy afligida a causa de habérsele muerto su marido. Estábalo en tanto extremo, que se temía su salud".
"Tuvo noticia de esta pecadorcilla, que lo ordenó el Señor así, que la dijesen bien de mí, para otros bienes que de aquí sucedieron- Conocía esta señora mucho al provincial, y como era persona princial y supo que yo estaba en monasterio que salían, pónele el Señor tan gran deseo de verme, pareciéndole que se consolaría conmigo, que no debía estar en su mano, sino que procuró por todas las vias que pudo, llevarme allá, enviando al provincial que estaba bien lejos".
"El me envió un mandamiento, con precepto de obediencia, que luego fuese con otra compañera. Yo lo supe la noche de Navidad. Hízome algún alboroto y mucha pena ver que, por pensar que había en mí algún bien, me quería llevar; que, como yo me veía tan ruín, no podía sufrir esto. Encomendándome mucho a Dios, estuve todos los maitines, o en gran parte de ellos, en gran arrobamiento. Me dijo el Señor que no dejase de ir y que no escuchase pareceres, porque pocos me aconsejarían sin temeridad; que, aunque tuviese trabajos, se serviría mucho Dios, y que para este negocio del monasterio convenía ausentarme hasta ser venido el Breve (la autorización del Papa); porque el demonio tenía armada una gran trama, venido el provincial; que no temiese de nada, que él me ayudaría allí".
"Fue el Señor servido que aquella señora se consoló tanto, que comenzó luego a tener conocida mejoría, y cada día más se hallaba consolada" (V 34, 1-2).
La dejamos a nuestra Fundadora en Toledo, viviendo en el palacio de doña Luisa de la Cerda, como si fuese su psicólogoterapeuta y médico espiritual a domicilio. Les seguiremos contando cómo transcurren los seis meses que pasó sobre alfombras persas y butacas de tercionelo. ¡Adios! Con mi cordial saludo, Nicolás
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