sábado, 5 de noviembre de 2011

SE ME HACÍA LA CASA MUY CHICA



Para su nuevo convento, Teresa hizo venir Ávila a su hermana doña Juana y a su esposo Juan de Ovalle para que comprasen casa en esta ciudad y se acomodasen en ella con los hijos como si fuera propia. Así lo hicieron. Teresa busca dineros y albañiles para irla acomodando para convento. Como ya dijimos ayer, cuando se vió en apuros, sin tener una blanca con que pagar las obras, acudió a San José y milagrosamente le llegaron doscientos ducados que su hermano don Lorenzo le enviaba desde Perú.



Pero la casa le pareció demasiado pequeña, y pensó comprar otra y anexionarla. La escuchamos:



"Hacíaseme la casa muy chica, porque lo era tanto que no parece llevaba camino ser monasterio, y quería comprar otra, pero ni había con qué, ni había manera para comprarse, ni sabía qué me hacer.Había otra que estaba junto a ella, también harto pequeña para hacer la iglesia".


"Y, acabando un día de comulgar, díjome el Señor: ^ya te he dicho que entres como pudieres^; y a manera de exclamación, también me dijo: ^¡Oh codicia del género humano, que aún tierra piensas que te ha de faltar! ¡Cuántas veces dormí yo al sereno por no tener adónde me meter!^. Yo quedé muy espantada, y vi que tenía razón; y voy a la casita y tracéla, y hallé, aunque bien pequeño, monasterio cabal, y no curé de comprar más sitio, sino procuré se labrase en ella de manera que se pueda vivir, todo tosco y sin labrar, no más de como no fuese dañoso a la salud, y así se ha de hacer siempre" (V 33,12).



Nuestra Fundadora, monja en la Encarnación, consiguió permiso para vivir en casa de su amiga doña Guiomar, y desde allí vigilaba las obras de su nuevo monasterio. Un día, estando ya levantadas las paredes, apareció en el suelo la pared principal. Juan de Ovalle se enfrentó con los albañiles y les exigía que la volviesen a levantar a su costa. Cuando lo supo la Fundadora, le pidió a su cuñado que no apremiara a los albañiles, y que les pagase la obra, como si ellos no fueran culpables del derribo. También doña Guiomar interpretó la caida del muro como una señal de que Dios no querría que se hiciese aquella obra, pues pared tan firme se había caido, y así se lo comentó a la madre Teresa. Y le respondió, sin más comentarios:" Si se ha caido, que la levanten".


Otro día ocurrió algo peor en la casita en obras. Juan de Ovalle encontró a su hijo, de tres o cuatro años, caido y medio muerto. Comenzó a dar voces pidiendo auxilio. Lo oyó su cuñada y le pidió que se callara y la dejara a ella sola con el niño. Lo tomó en brazos, rezó a Dios por él, y al cabo de un rato Teresa salió con el niño de la mano y se lo entregó a su madre, que lo creía muerto.


Dias despues, a primeros de septiembre de 1561, en la casa destinada a convento, doña Juana dió a luz un niño. Su tía monja propuso que se llamasé José, y gozaba de cogerlo en sus brazos.



Todas estas cosas sucedían mientras las obras del conventito seguían a buen ritmo.Como vemos, el Cofundador, aunque invisible, se hizo presente de muchas maneras. Ese era Jesucristo.Pero la gente de la calle no lo sabía, por eso ocurrieron cosas, unas santas y otras muy desagradables, que dejamos para otro día. Con un cordial saludo, Nicolás.

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