lunes, 7 de noviembre de 2011

CADA UNO OBRE SEGÚN SUS CAPACIDADES O TALENTOS. Domingo del 13 noviembre




Domingo 33 A

En Evangelio que leemos en nuestras misas de los domingos siempre nos hablan de Dios, porque a El le venimos a rezar; pero también nos hablan de nosotros, de nuestro origen , de nuestro fin último; de las virtudes, que tenemos que practicar, de los pecados que tenemos que evitar, de las buenas cualidades, de los vicios y de nuestras posibilidades ; de toda la existencia humana.- En este domingo el Evangelio nos habla de nuestras posibilidades. Y lo hace valíendose de unos ejemplos, de una parábola, la parábola de los talentos. A través de las parábola, el Evangelio nos da nociones sencillas de comportamiento, pero son instrucciones profundas, verdades divinas expresadas y explicadas con toda claridad.

En esta parábola de los talentos el Señor apela a nuestra responsabilidad ante la vida, porque podemos dejar pasar la vida inutilmente, o podemos hacer mucho bien. Apela nuestra responsabilidad individual, porque cada uno tiene la suya, porque cada cual es cada cual: unos tienen más capacidad que otros. Cada uno tiene que desarrollar sus cualidades, sus talentos. Este evangelio nos advierte y estimula a no ser pasotas, perezosos, indiferentes, pasivos. Al contrario, todos debemos llevar a cabo una actividad positiva, hacer las cosas bien, a hacer todo el bien que podamos. No ser como una masa amorfa, como a los que les da igual todo, sino como buen fermento en la masa. Es preciso plantearse las propias posibilidades de acción en el contexto que uno vive, e injertarse en los mecanismos de acción, para rendir más, para ser mejor, para hacer más el bien.


Un cristiano inerte, ausente de toda responsabilidad se parece a ese personaje del evangelio que escondió su talento, para no perderlo, pero que tampoco lo hizo producir, ni le valió para nada. El Evangelio le llama empleado negligente y holgazán, que merece un castigo
También tenemos que acusarnos del pecado de omisión. No basta el minimalismo : “Yo no robo ni mato; no hago mal a nadie”. Hay omisiones que pueden desembocar en unos consecuencias descomunales. El riesgo está en no advertir o en despreciar las consecuencias. Si un niño no estudia, ya sabe a lo que se expone; si un médico descuida al enfermo, o un funcionario no resuelve los asuntos, o lo hace mal...puede tener consecuencias fatales. Es tremenda la responsabilidad humana, es decir , la necesidad imperiosa que tenemos de amar, de hacer rendir nuestras posibilidades, los dones recibidos.

Pensemos qué hubiese pasado si Santa Teresa se hubiese conformado con ser una monja cualquiera, o Teresa de Calcuta...Se hubiese quedada privada la humanidad de unos valores culturales y religiosos enormes.- Nuestra responsabilidad es cosa muy seria, la vida sólo se vive una vez. Preguntémonos cada uno ¿ Qué estoy haciendo del talento de mi vida , de mi trabajo, de mi profesión, de la gracia, de mi vocación humana y cristiana?

Estar dispuestos todos los dias a realizar el bien, a ser fieles cumplidores de nuestros deberes, a esforzarnos. Es la energía que el cristiano ha de encontrar en sí mismo, y que el Evangelio nos invita a todos a poner entre las costumbres de vida, después de haberlas alimentado en el corazón.

Dice San Pablo en la segunda lectura :”Sabeis perfectamente que el Dia del Señor llegará como un ladrón en la noche...Estemos vigilantes y vivamos sobriamente”.- Nadie puede sustraerse al Dia del Señor y a su juicio. Todos seremos iluminados para valorar la calidad de nuestras vidas, lo positivo o negativo de nuestro paso por la historia. Esto da una seriedad muy grande a nuestras acciones y a nuestras omisiones presentes, porque lo que hagamos o dejemos de hacer quedará definitivamente hecho u omitido.

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