Uno de los acontecimientos más sorprendentes que le ocurrieron a santa Teresa, en los últimos años que residió en la Encarnación de Ávila, fue la visión de un ángel, que se le aparecía delante de ella, hacia el lado izquierdo. Le ocurrió esto nó una vez, sino varias, unas veces en el coro y otras en su propia celda.
Es conocida esta gracia sobrenatural como la merced del dardo, o la Transverberación del corazón . Mereció que el genial artista Bernini lo esculpiera en marmol blanco, imagen de santa Teresa que se puede admirar en Roma. Benedicto XII concedió fiesta y oficio litúrgico de la Transverberación de santa Teresa, el 25 de mayo de 1728. Dicha fiesta se celebra en la liturgia carmelitana el día 26 de agosto. En la Encarnación tiene dedicada una hermosa capilla, por lo que esta festividad se viene celebrando con la máxima solemnidad, presidida últimamente por el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación del Culto, y durante treinta y tres años anteriores por el Cardenal Primado de España y Arzobispo de Toledo.
Teresa de Ávila describe esta visión en el numero 13 del capítulo 29 del libro de la Vida:
Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla. Aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos. Esta visión quiso el Señor le viese así. No era grande sino pequeño, hermoo mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan (deben ser de los que llaman querubines).
Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Éste me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas; al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios.
Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite ni se contenta el alma con menos que Dios.
No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aún harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento.
Amigos del BLOG, que Dios nos conceda por su bondad gustar el suave requiebro . que pasa entre el alma y Dios, cuando creemos en él y le amamos de verdad. Amen
No sabía este dato. Que maravilloso debe ser poder ver un Ángel del Señor. Cuanta gracia!!!
ResponderEliminarUn abrazo.