Crujía norte.Las ventanas dan al patio central. Nos evocan
a santa Teresa y a la comunidad de Carmelitas transitando por él
desde sus celdas al coro.
OTRAS DEVOCIONES DE LAS MONJAS
Las manifestaciones externas de culto, en la comunidad de las carmelitas, en tiempos de Santa Teresa, eran parecidas a las de las parroquias y otras colectividades.
Empecemos por la fiesta del Corpus. En el Monasterio de la Encarnación las monjas hacían la procesión con el Santísimo por los claustros. El sacerdote, acompañado de los demás ministros, con cruz alzada e incensario, pasaban al interior de la claustra. Las monjas ponían pequeños altares, muy adornados con colgaduras y flores.
Siendo Santa Teresa priora del convento, falleció, el primer día de la octava del Corpus, doña Leonor de Cepeda, su sobrina. La priora no hizo ningún cambio en las ceremonias del día. Mandó la enterrasen con la Misa del Santísimo y que la procesión prevista pasase por delante del cadáver.
La devoción a la Virgen María fue una de las características del Carmelo desde el siglo XIII, que iniciaron su andadura a los pies de la Santísima Virgen, en la ermita que le dedicaron en lo alto del monte, bajo la advocación de la Virgen del Carmen. Nuestro Monasterio fue dedicado desde el principio a la Reina del Cielo, bajo la advocación de Santa María de la Encarnación.
Una fundación, dedicada a la Dolorosa, ha llamado también nuestra atención en este monasterio, la así llamada “Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Transfixión”. Fue fundada en 1560, a petición de la monja doña Catalina de Valdivieso, con misa solemne y sermón el viernes de la primera semana de Cuaresma, para asegurar sufragios después del fallecimiento de sus socios. A ella podían pertenecer las monjas que se inscribieran mediante el pago de cuatro reales. En la lista de las cofradas figuraba doña Teresa de Ahumada, nuestra Santa.
Las prácticas devocionales del rezo del santo Rosario, Angelus, Viacrucis y construcción de Belenes en Navidad completan la intensa vida piadosa de las carmelitas contemporáneas de Santa Teresa.
Adiós, amigos. Con un cordial saludo desde la Encarnación de Ávila
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