LA FUNDACIÓN DE SALAMANCA ( 3)
Para colmo de todas las
calamidades que caían sobre las frágiles hombros de la Fundadora, se buscó una
compañera que en todo tiraba para atrás y tenía que animarla como a una niña
miedosa y acomplejada.La escuchamos:
“ A lo que ahora me acuerdo, nunca dejé fundación por
miedo del trabajo, aunque de los caminos, en especial largos, sentía gran
contradicción; mas en comenzándolos a andar me parecía poco, viendo en servicio
de quién se hacía y considerando que en aquella casa se había de alabar el
Señor y haber Santísimo Sacramento. Esto es particular consuelo para mí, ver
una iglesia más, cuando me acuerdo de las muchas que quitan los luteranos: no
sé qué trabajos, por grandes que fuesen, se habían de temer a trueco de tan
gran bien para la cristiandad; que aunque muchos no lo advertimos, estar
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, como está en el Santísimo
Sacramento en muchas partes, gran consuelo nos había de ser. Por cierto así me
le da a mí muchas veces en el coro cuando veo estas almas tan limpias en
alabanzas de Dios, que esto no se deja de entender en muchas cosas, así de
obediencia como de ver el contento que les da tanto encerramiento y soledad y
la alegría cuando se ofrecen algunas cosas de mortificación: adonde el Señor da
más gracia a la priora para ejercitarlas en esto, veo mayor contento; y es así
que las prioras se cansan más de ejercitarlas que ellas de obedecer, que nunca
en este caso acaban de tener deseos.
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