Fundación del monasterio de Nuestra Señora de la Anunciación, que está en Alba de Tormes (2)
Como un paréntesis en su
vida, Teresa de Laiz volvió a Salamanca con su marido, adonde estaba con gran
contento y muchos bienes del mundo, por tener un cargo en la Universidad ,que
todos los deseaban mucho contentar, y regalaban . Sólo tenían una pena, que era
no les dar nuestro Señor hijos, y para que se los diese eran grandes las
devociones y oraciones que ella hacía. Ante esa situación, tomó la decisión de
emplear sus bienes en una fundación piadosa.
Quedando ella muy espantada
de esta visión, dijo a su marido que pues Dios no era servido de darles hijos,
que hiciesen un monasterio de monjas. El, como es tan bueno y la quería tanto,
holgó de ello y comenzaron a tratar adónde le harían. Ella quería en el lugar
que había nacido( Alba de Tormes); él le puso justos impedimentos para que
entendiese no estaba bien allí.
Andando tratando esto,
envió la duquesa de Alba a llamarle; y como fue, mandole se tornase a Alba a
tener un cargo y oficio que le dio en su casa . El, como fue a ver lo que le
mandaba y se lo dijo, aceptólo, aunque era de muy menos interés que el que
tenía en Salamanca. Su mujer, de que lo supo, afligióse mucho, porque, como he
dicho, tenía aborrecido aquel lugar, por estar más a su gusto en Salamanca. El
compró una casa y envió por ella. Vino con gran fatiga, y más la tuvo cuando
vio la casa; porque aunque era en muy buen puesto y de anchura, no tenía
edificios, y así estuvo aquella noche muy fatigada.Pero resultó que en
Salamanca había tenido un sueño de que encontraían una casa,con un patio y un
pozo en él. Otro día en la mañana, como entró en el patio, vio al mismo lado el
pozo, adonde había visto a San Andrés, y todo, ni más ni menos que lo había
visto, se le representó; digo el lugar, que no el Santo, ni prado, ni flores,
aunque ella lo tenía y tiene bien en la imaginación.
Ella, como vio aquello,
quedó turbada y determinada a hacer allí el monasterio y con gran consuelo y
sosiego ya para no querer ir a otra parte. Ahora tenía que escoger la Orden de
las tales monjas. Y comenzaron a comprar más casas juntas, hasta que tuvieron
sitio muy bastante. Ella andaba cuidadosa de qué Orden le haría, porque quería
fuesen pocas y muy encerradas, y tratándolo con dos religiosos de diferentes
Ordenes, muy buenos y letrados, entrambos le dijeron sería mejor hacer otras
obras; porque las monjas las más estaban descontentas.
Dios quiso que un confesor
que tenía la señora Laiz, fraile de San Francisco, hombre de letras y calidad oyó
hablar de Madre Teresa de Jesús.Le dieron noticia de estos monasterios de
nuestra Señora del Carmen que ahora se fundaban. El, informado muy bien, tornó
a ella y díjole que ya había hallado que podía hacer el monasterio como quería;
díjole lo que pasaba, y que procurase tratarlo con M.Teresa de Jesús. Así se
hizo. Harto trabajo se pasó,- dice nuestra Santa-, en concertarnos, porque yo
siempre he pretendido que los monasterios que fundaba con renta la tuviesen tan
bastante, que no hayan menester las monjas a sus deudos ni a ninguno, sino que
de comer y vestir les den todo lo necesario en la casa, y las enfermas muy bien
curadas; porque de faltarles lo necesario vienen muchos inconvenientes. Y para
hacer muchos monasterios de pobreza sin renta, nunca me falta corazón y
confianza, con certidumbre que no les ha Dios de faltar. Y para hacerlos de
renta y con poca, todo me falta. Por mejor tengo que no se funden.
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