NO ESTÁ AGUARDANDO OTRA COSA SINO QUE ME MIREMOS
Santa Teresa nos educa en la mirada del alma y a la escucha de la palabra del Señor. Y lo hace valiéndose de imágenes muy apropiadas. Usa la hermosa imagen de la mujer casada y enamorada, que se identifica con el talante de su esposo, para agradarle. Y la imagen del Maestro amigo, gozoso de acoger y comunicarse con su discípulo amigo.
Al mirar a Cristo, “como quisiéreis le hallaréis”, unas veces alegre, otras triste, gozoso o sufriente. Yen la línea de la condescendencia del Amigo, es Él quien se hace el siervo, para tratar al amigo como señor. La escuchamos:
Miremos a Cristo; y como le quisiéreis, le hallaréis. Así como dicen ha de hacer la mujer para ser bien casada con su marido, que si está triste se ha de mostrar ella triste, y si está alegre, aunque nunca lo esté, alegre. Esto con verdad, sin fingimiento, hace el Señor con nosotros; que él se hace el sujeto, y quiere que seáis vos la señora, y andar él a vuestra voluntad.
Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro, os alegrará. Mas, ¡con qué claridad, y con qué hermosura, con qué majestad, qué victorioso, qué alegre!. Si estáis con trabajos o triste, miradle camino del huerto;¡ qué aflicción tan grande llevaba en su alma!; pues con ser el mismo sufrimiento la dice y se queja de ella. O miradle atado a la columna, lleno de dolores, todas sus carns hechas pedazos por lo mucho que os ama…,sin nadie que vuelva por él, helado de frio, puesto en tanta soledad, que el uno con el otro os podéis consolar. Miraros ha él con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los vuestros, sólo porque os vais vos con él a consolar y volváis la cabeza a mirarle.
No sólo queráis mirarle, sino que os holguéis de hablar con él, no con oraciones compuestas, sino de la pena de vuestro corazón. Que las tiene él en muy mucho (CP 26, 4-6).
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