jueves, 13 de septiembre de 2012







DOMINGO 24 B DEL TIEMPO ORDINARIO, 16 DE SEP. 2012

    Jesucristo propuso a sus apóstoles,en el pueblo de Cesarea, una pregunta precisa:¿ Quién dicen los hombres que soy yo ¿.- Pero a Jesús no le basta la respuesta de lo que habían oido decir. Tenía delante a sus apóstoles, es decir a unos hombres que habían aceptado comprometerse personalmente con él, y por eso quiere saber cuál es su toma de posición personal. Por eso insiste: Y Vosotros ¿ quién decís que soy yo ¿. Y es el apóstol San Pedro quien contesta en nombre de los demás : “Tú eres el Cristo, es decir, el Mesías”.- Es una respuesta que no provenía de su razonamiento humano, sino que le había inspirado el Padre que está en el cielo. Profesó su fe en Jesucristo.Y la fe es un don sobrenatural, que Dios nos inspira a los creyentes. Y esta profesión de fe de San Pedro encierra en sí como en germen la futura confesión de fe de la Iglesia.--- También cada uno de nosotros digámosle a Jesucristo:” Yo creo en Ti, porque Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

 Pero ocurre que el concepto que los apóstoles tenían de Jesucristo como Mesías, no era correcto, era un concepto diferente del verdadero proyecto de Dios. Por eso,  acto seguido, Jesús les anuncia su pasión y de su muerte en una cruz. Lo que les dice Jesús no lo comprenden. Sse escandalizan, protestan porque eso es  algo que les resultaba desconcertante. Les dijo abiertamente que El, como Mesías “ tenía que padecer mucho, tenía que ser condenado por los senadores...ser ejecutado y resucitar al tercer día”...San Pedro le contestó que eso no podía suceder de ninguna manera, que ellos no lo consentirían...

Ellos querían un Mesías que fuera “un hombre divino”, en el sentido de que triunfara imponiendo su poder omnipotente como Dios, y así transformara el mundo inmediatamente. Pero Jesucristo se presenta como el “dios humano”, es decir, como siervo de Dios, que trastorna las expectativas de la gente siguiendo el camino de la humildad y del sufrimiento

Veamos en esta reacción de San Pedro una actitud en la que todos  caemos con frecuencia. Pero Jesucristo fue contundente con San Pedro:”Apártate de mi vista..¡Tú piensas como los hombres, nó como Dios”. No me señales tú el camino; yo tomo mi camino y tú debes ponerte detrás de mí, y seguirme… Y después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo:”El que quiera  venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga, porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará”. Es la ley exigente del seguimiento: hay que saber renunciar, si es necesario, a lo que se oponga a los mandamientos de Dios, y al Evangelio, para salvar los verdaderos valores, para salvar el alma, para salvar la presencia de Dios y su influencia en el mundo.- Aprendamos también nosotros hoy de esas conversaciones de Jesucristo con San Pedro, que constituyen un gran consuelo y una gran enseñanza para nosotros. También nosotros tenemos deseo de Dios, también nosotros queremos ser generosos, pero también nosotros esperamos que Dios actúe con fuerza en el mundo y transforme inmediatamente el mundo según nuestras ideas, según las necesidades que vemos nosotros. Dios elige otro camino. Dios elige el camino de la transformación de los corazones con el amor, el sufrimiento y la humildad. Y nosotros, como los apóstoles, tenemos que convertirnos siempre de nuevo. Debemos seguir a Jesús, y nó ponernos por delante. Es él quien nos muestra el camino., y   t e dice a ti y me dice a mí: sígueme. Y debemos tener la valentía y la humildad de seguir a Jesucristo, porque él es el camino, la verdad y la vida.  Ya lo dijo nuestra santa: la medida para  llevar la cruz, más grande o más pequeña la da el amor. Cuanto mas grande sea el amor más facil nos resultará llevar la cruz de cada día.
    Danos Señor una fe fuerte. Mirando a Cristo en la cruz, buscamos en El fuerza y espíritu, y que nunca decaiga en nosotros el gozo y la paz por mantenernos firmes a las enseñanzas del Evangelio, tal y como lo proclama la Iglesia.




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