sábado, 1 de septiembre de 2012






LO MUCHO QUE GANA UN ALMA QUE REZA CON PERFECCIÓN VOCALMENTE.

En el capítulo 25 de Camino Madre Teresa nos explica que hay que distinguir tres clases de oración, las tres igualmente válidas, en las que cada una puede estar a la vez enlazada con la otra: oración vocal, oración mental, y oración contemplativa.

Oración “vocal” es recitar las palabras ya compuestas, como rezar el Paternoster, Avemaría y Credo. Pero no hay oración rezada de solas palabras: porque “palabras” sin interioridad…”mirad qué mala música hará”.

Oración “mental” es, ante todo, “entender qué hablamos, y con quien hablamos, y quién somos los que osamos hablar…,y lo poco que hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir”.

Oración “contemplativa” es oración por iniciativa de Dios en el orante.La escuchamos:

“Y porque no penséis se saca poca ganancia de rezar vocalmente con perfección, os digo que es muy posible que estando rezando el paternóster, que es obra suya, sobre nuestro natural, os ponga el Señor en contemplación perfecta, o rezando otra oración vocal; que por estas vías muestra su Majestad que oye al que le habla, y le habla su grandeza, suspendiéndole el entendimiento y atajándole el pensamiento y tomándole, como dicen, la palabra de la boca”.

“Gozan sin entender cómo gozan, está el alma abrasándose en amor, y no entiende cómo ama; conoce que goza lo que ama, y no sabe cómo lo goza; bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento a desearle; abrázale la voluntad sin entender cómo; mas, en pudiendo entender algo, ve que no es este bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasen juntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor, que, en fin, da como quien es. ´Esta, hijas, es contemplación perfecta”-

“La diferencia que hay de ella a la oración mental, es ésta : es pensar y entender qué hablamos, y con quien hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor. En la vocal y en la mental podemos algo nosotras, con el favor de Dios. En la contemplación que ahora dije, ninguna cosa; Su Majestad es el que todo lo hace”(CP 25, 1-3).


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