DOMINGO 26 B DEL TIEMPO ORDINARIO. 30 SEP. 2012
La escena que describe el Evangelio de hoy es sorprendente. Los discípulos se acercan a Jesús con un problema. Esta vez, el portador del grupo no es Pedro, sino Juan, uno de los dos hermanos que andan buscando los primeros puestos. Ahora pretende que este grupo de discípulos tenga la exclusiva de Jesús y el monopolio de su acción liberadora.
Vienen preocupados. Un exorcista, no integrado en su grupo, está echando demonios en nombre de Jesús. Los discípulos no se alegran de que la gente quede curada y pueda iniciar una vida más humana. Solo piensan en el prestigio de su propio grupo. Por eso, han tratado de cortar de raíz su actuación. Esta es su única razón: "no es de los nuestros".
Los discípulos dan por supuesto que, para actuar en nombre de Jesús y con su fuerza curadora, es necesario ser miembro de su grupo. Nadie puede apelar a Jesús y trabajar por un mundo más humano, sin formar parte de los bautizados en la Iglesia católica ¿Qué piensa Jesús?
Sus primeras palabras son rotundas: "No se lo impidáis". El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda a todos los que trabajen para ayudar a las gentes a vivir de manera más humana.
Jesús rompe toda tentación sectaria en sus seguidores. No ha constituido su grupo para controlar su salvación mesiánica. la Iglesia ha de apoyar a todo el que invoque el Nombre de Dios allí donde es invocado para hacer el bien.
Jesús continúa diciéndoles: "El que no está contra nosotros está a favor nuestro".
En la sociedad moderna hay muchos hombres y mujeres que trabajan por un mundo más justo y humano dentro y fuera de la Iglesia. Así lo ha reconocido y proclamado Benedicto XVI en su reciente viaje al Líbano:”Pido a Dios por el Líbano para que siga permitiendo la pluralidad de las tradiciones religiosas, sin dejarse llevar por la voz de aquellos que se lo quieran impedir. Le deseo que fortalezca la comunión entre todos sus habitantes, cualquiera que sea su comunidad o su religión, rechazando resueltamente todo lo que pueda llevar a la desunión y optando con determinación por la fraternidad.Gracias de corazón a las venerables iglesias hermanas, y a las comunidades protestantes. Gracias en particular a los representantes de las comunidades ,musulmanas. El mundo árabe y el mundo entero habrán visto, en estos momentos de turbación, a los cristianos y a lo musulmanes reunidos para celebrar la paz…Doy gracias a Dios por la oración de todos por todos los libaneses y el Medio Oriente, cualquiera que sea el origen o la confesion religiosa de cada uno”.
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