miércoles, 26 de septiembre de 2012










COMO QUIEN SE ENTRA EN UN CASTILLO FUERTE PARA NO TEMER LOS CONTRARIOS

Madre Teresa expresa que el alma se recoge en su interior valiéndose de la imagen del castillo o palacio: “Hagamos cuenta que dentro de nosotros está un palacio de grandísima riqueza”. Y desde su experiencia se propone despertar la conciencia del orante- También él debe realizarse en su interior, entenderlo y experimentarlo.

Pero el “palacio” no es fin para sí mismo, es morada para alguien. Si el palacio está vacio, es como estar huecas por dentro. “En este palacio está un gran rey”. Mi interioridad tiene una dimensión religiosa: está hecha para ser capacidad de Dios. Morada de Dios.

Dios habita en el palacio interior del alma para la comunión de las personas.  Y Dios en persona es el que toma la iniciativa, hinche el palacio, lo dilata, lo ensancha poco  a poco y trae consigo la libertad. El se da a conocer de muchas maneras, enriqueciendo la experiencia interior del orante. Para que él inunde con su presencia todo el palacio, “hay que dárselo por suyo con toda determinación”, para que pueda poner y quitar como en cosa propia, pues “El no se da a sí del todo, hasta que nos damos del todo”. La escuchamos:

Tratad con él como con padre y como con hermano y como con Señor y como con esposo; a veces de una manera,  a veces de otra, que él os enseñará lo que habéis de hacer para contentarle. Dejaos de ser bobas; pedidle la palabra, que vuestro Esposo es, que os trate como a tal.

Llámase recogimiento, porque recoge el alma todas las potencias y se entra dentro de sí con su Dios…, como quien se entra en un castillo fuerte para no temer los contrarios. Así quien va por este camino, casi siempre que reza tiene cerrados los ojos, y es admirable costumbre para muchas cosas, porque es un hacerse fuerza a no mirar las de acá.

Pues hagamos cuenta que dentro de nosotras está un palacio de grandísima riqueza, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos parte para que este edificio sea tal, como a la verdad es así (que no hay edificio de tanta hermosura como un alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras, y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre, y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón. Esto es menester  para que entendamos con verdad que hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de  fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior (CP 28, 6-10).

No hay comentarios:

Publicar un comentario