miércoles, 2 de marzo de 2011

MIENTRAS MAS SE ABAJA UN ALMA EN LA ORACIÓN,MÁS LA SUBE DIOS



Teresa va descubriendo, a través de la sagrada Escritura y la oración, a Jesucristo, Dios humanado. Viendo que padeció y murió en la cruz por amor, dándose totalmente, le ayuda a Teresa a descubrirse a sí misma como tan diferente al Otro, y se propone hacer trabajos y penitencias para imitarle. La vcrdad del encuentro personal con Cristo, se evidencia en la confrontación entre el yo de Teresa y el tú de Jesús. El descubrimiento de Jesús manso y humilde, le ayuda a descubrirse a ella altiva y orgullosa, y a rendirse humillándose.


Esta decisión por imitar a Jesucristo, la vincula a El de forma perdurable. De la fidelidad a esa respuesta dada, va a depender el curso de su vida ante Dios y ante los hombres. Sigamos el curso de los acontecimientos, leyendo sus mismas expresiones:


Lo que yo he entendido es que todo este cimiento de la oración va fundado en humildad, y que mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios. No me acuerdo haberme hecho merced muy señalada, de las que adelante diré, que no sea estando deshecha de verme tan ruín. Y aún procuraba su Majestad darme a entender cosas para ayudarme a conocerme, que yo no las supiera imaginar.


Tengo miedo de que nunca llegará un alma a la verdadera pobreza de espíritu, que es no buscar consuelo ni gusto en la oración, sino consolación en los trabajos por amor de El, que siempre vivió en ellos, y estar en ellos y , en las sequedades, quieta.

Con libertad se ha de andar este camino, puestos en las manos de Dios. Si Su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana; si nó, servir en oficios bajos y no sentarnos en el mejor lugar, como he dicho alguna vez. Dios tiene cuidado, más que nosotros, y sabe para lo que es cada uno. ¿De qué sirve gobernarse a sí quien tiene dada ya toda su voluntad a Dios?

Si uno tiene mala voz, por mucho que se esfuerce a cantar, no se le hace buena. Si Dios quiere dársela, no ha él menester antes dar voces. Pues supliquemos siempre nos haga mercedes, rendida el alma, aunque confiada de la grandeza de Dios. Pues, para que esté a los pies de Cristo la dan licencia, procure no quitarse de allí. Esté como quiera.

Siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes, y cuán grande nos le mostró Dios, al darnos tal prenda del que nos tiene.¡ Que amor saca amor!


Ya lo sabeis, amigos del BLOG. Vernos amados por Dios en Jesucristo, y así le correspondamos con amor.¡ Que amor saca amor! Con un cordial saludo, P. Nicolás

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