El 28 de marzo de 1515 nació Teresa de Ahumada, hace exactamente 496 años. Como capellán de este Monasterio de la Encarnación, esta tarde me he encontrado con un grupo de unas cien personas, de todas las edades, que han hecho a pie 24 kilómetros, desde el pueblo de Gotarrendura hasta este convento de Ávila, precisamaente como homenaje a santa Teresa en su cumpleaños.
Mientras llegaban aquí, arriba en la plaza principal de la ciudad, llamada el Mercado Grande, había una manifestación en defensa de la vida. Y unía en mi imaginación ambos acontecimientos: por amor a la vida, en la casa de Don Alonso y Doña Beatriz, en la primeras décadas del siglo XVI nacieron tres hermanas y nueve hermanos, una de ellas llegaría a ser una de las mujeres más invocada y querida en el mundo entero, santa Teresa de Jesús.
Al escribir su diario, Teresa recuerda la piedad y religiosidad de su familia. De su padre exalta su caridad y piedad para con los pobres y necesitados, de ser hombre de "gran verdad" y de su madre, la honestidad y la "harta hermosura". Ella heredó la riqueza moral de sus progenitores: de su padre, el amor a la verdad; de su madre, la piedad y la hermosura de su cuerpo y de su alma. A los 50 años, evocará "la verdad de cuando niña", que todo es nada, que todo se pasa, y que ella quería vivir para siempre , siempre, siempre. Y lo consiguió de Dios.
Que santa Teresa sigue viva, después de 496 años, nadie lo puede negar. A este monasterio llegan personas a invocarle favores o a darle gracias por habérselos concedido. La siguen invocando desde miles de iglesias , capillas e, incluso, alguna catedral, repartidas por los cinco continentes. Las Monjas y los frailes Carmelitas, perteneciente a la Orden que ella fundó, también se cuentas por millares. Incontables son los que la encuentran en sus libros.
La misionera que desde Corea del Sur visita este BLOG, me dice que en sus textos Teresa le dice cosas que le hacen mucho bien. Y un seminarista de México ha encontrado su vocación al sacerdocio, al descubrir lo que esta Santa les debe a los que fueron sus directores espirituales.
¡Teresa vive! ¡Viva santa Teresa!
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