miércoles, 20 de octubre de 2010

REGÁLASE EL ALMA Y ENTERNÉCESE EL CORAZÓN

Ángel músico, en plata.




Teresa va tomando conciencia de los regalos que Dios le hace. Uno fue el que le diera a entender lo que no entendía. Pero hay más, muchos más.Va descubriendo, día a día, que le pasan cosas extraordinarias, que debe atribuir a Dios.


Dones divinos, que la sorprenden. La arrebatan. Mirando a la sacratísima Humanidad de Jesús, su alma queda transida de gratitud por lo que pasó por nosotros. Se goza viéndose amada. Se la enternece el corazón. No puede contener las lágrimas. Le vienen unos ímpetus irreprimibles, y no sabe de qué. Nuevas sensaciones, que la regalan , como si estuviera ya gozando en el cielo.


Más mercedes o regalos de Dios. La escuchamos:


Todo es dado de Dios.Aunque para esto, nos podemos mucho ayudar con considerar nuestra bajeza y la ingratitud que tenemos con Dios: lo mucho que hizo por nosotros; su Pasión con tan graves delores; su vida tan afligida; en deleitarnos de ver sus obras; su grandeza, lo que nos ama...Si con esto hay algún amor, regálase el alma, enternécese el corazón, vienen lágrimas. Algunas veces, parece que las sacamos por la fuerza; otras, el Señor nos las da, para no podernos resistir-


Parece nos paga Su Majestad aquel cuidadito con un don tan grande, como es el consuelo que da a un alma, ver que llora por tan gran Señor. Y no me espanto, pues le sobra la razón de consolarse. Regálase allí. Huélgase allí.


Deben ser estos gozos de oración, como deben ser los que están en el cielo, que como no han visto más de lo que el Señor, conforme a lo que merecen, quiere que vean, y ven sus pocos méritos, cada uno está contento con el lugar en que está, con haber tan grandísima diferencia de gozar a gozar en el cielo. mucho más que acá hay de unos gozos espirituales a otros, que es grandísima.


Y, verdaderamente. un alma en sus principios, cuando Dios le hace esta merced, ya casi le parece que no hay más que desear, y se da por bien pagada de todo cuanto ha servido. Y le sobra razón, porque una lágrima de éstas, me parece a mí que no se puede comprar con todos los trabajos del mundo, porque se gana mucho con ellas. ¿Y qué más ganancia que tener algún testimonio de que contentamos a Dios?


Teresa de Jesús



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