Iniciamos otra semana de Pascua, que culminará en el próximo domingo de Pentecostes.que nos evoca el momento aquel en que el Espíritu rompió el techo de la tierra, y en forma de lenguas de fuego irrumpió en los primeros apóstoles y los impulsó a ir pot todo el mundo dando testimonio de la Verdad, que habían aprendido de Jesucristo .
Fuerza interior que desde hace dos mil años sigue levantando testigos de la Verdad en pueblos y ciudades, para hablar con palabras como espadas, capaces de defenderla hasta la muerte.
A santa Teresa, nuestra Patrona, le acuciaba invocar el Espíritu de la Verdad, para ella y para la iglesia de su tiempo, zarandeada por todos los vientos de la confusión y del desánimo. ¡Ven, Espíritu de la Verdad! 1 Como los Apóstoles daría la vida por ella, repetía en su clausura de monja carmelita.
Bien intuía que la Verdad es divina, y sin Dios es imposible aprenderla. En su experiencia de vida cristiana, su amado Jesucristo ´se le había mostrado como la verdad: "Yo soy la Verdad".
Nos ha emocionado oir a Benedicto XVI, decir abiertamente a los hombres de la cultura, hace tres dias: "Sólo la verdad puede orientar y trazar el rumbo de una existencia lograda, como individuo o como pueblo. De hecho, un pueblo que deja de saber cuál es su propia verdad, acaba perdiéndose en el laberinto del tiempo y de la historia, sin valores bien definidos, sin grandes objetivos claramente enunciados...La Iglesia se sitúa en el mundo, ayudando a la sociedad a entender que el anuncio de la verdad es un servicio que ella le ofrece. abriendo horizontes nuevos de futuro, de grandeza y dignidad...La fidelidad al hombre, exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad y de la posibilidad de un desarrollo humano integral. Por eso la Iglesia la busca, la anuncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia, esta misión de verdad es irrenunciable".
Como santa Teresa en su tiempo, en pleno siglo XVI, como nosotros en el nuestro el siglo XXI consideramos prioritario mantenernos despiertos en la búsq1ueda de la verdad, y, consiguientemente, de Dios. Como expresa el Papa en un lenguage único: "Debemos mirar más allá de las cosas penúltimas y ponernos en búsqueda de las últimas...Haced cosas bellas, pero, sobre todo, convertid vuestra vida en lugar de belleza".
¡Ven, Espíritu divino, ven espíritu de la Verdad!. Amen
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