EL PAPA SAN PIO X ELOGIA A SANTA TERESA
Con ocasión del III Centenario de la Beatificaciñon de santa Teresa, el Papa San Pio X escribe al Padre General de la Orden del Carmen en estos términos tan elogiosos de nuestra Santa:
"Generosa y pródiga fue con Santa Teresa la naturaleza, disponiéndola maravillosamente para el celestial magisterio de la santa doctrina que había de enseñar, pues fue dotada
de singular penetración.
de grandeza de ánimo,
de bondad de corazón,
de energía de caracter,
de admirable sentido práctico
en el manejo de los negocios,
de una índole apacible
y de muy discretas y gentiles formas
para las que lograba conquistar todas las voluntades de una manera irresistible.
Pero mucho más admirable eran todavía los dones sobrenaturales que adornaban su alma; pues con ser tantos los preclaros varones que honraron el siglo y la nación de Teresa con el esplendor de su santidad y de su doctrina, por lo cual, no sin razón,fueron llamados edad de oro aquellos gloriosos tiempos de la católica España, ella sola, Santa Teresa, reunió en sí las grandes virtudes y ricos carismas de todos aquellos varones insignes, cuya dirección y amistad cultivó con tanto cuidado".
La admiración ,con la que cautivó a cuantos la trataron, llegó incluso al rey Felipe II, que mostró deseos de conocerla personalmente, hasta el punto que exclamó: "Y, dónde está esa mujer? Deseo verla"-
El canónigo de la catedral de Ávila, don Pedro de Castro, que la había tratado de cerca y conocía su espontaneidad al hablar, dijo algo que a sus lectores nos emociona, porque ,según él, leer los escritos de santa Teresa es como oirla hablar: "Para los que no conocieron ni trataron a esta Santa y que tan solamente han leido sus libros, les quiero advertir de camino, de una cosa, y es, que los que los han leido o leyeren, pueden hacer cuenta que oyen a esta santa Madre, porque no he visto dos imágenes o dos retratos tan parecidos entre sí, por mucho que lo sean, que son los libros y escritos y el lenguaje y trato ordinario de la santa Madre...Y , si yo no la hubiera tratado y comunicado en vida, dudo si acabara de creer que aquel modo de decir de los libros tan alto y tan extraordinario podía ser o era de mujer.
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