El Magisterio de la Iglesia ha tributado las mayores alabanzas a santa Teresa de Jesús. Hemos escuchado a Pablo VI. a Juan Pablo I, a Juan Pablo II, y vamos a seguir con el testimonio de otros Papas.
Pio IX (1846-1878) alaba los escritos de la Virgen Abulense y primera mujer Doctora de la Iglesia, con estas palabras:" Juzgo sumamente util y oportuno que los aureos escritos de Santa Teresa se difundan más y más entre los hombres. Pues como esta nuestra edad sólo mire y piense en los bienes terrenales, y esté pronta a todo género de vicios y placeres, las obras de esta santa mujer pueden servir admirablemente para elevar los ánimos a lo sublime y acostumbrarnos a la contemplación de las cosas eternas".
Este gran Papa de la Iglesia nos recomienda la lectura de los libros escritos por santa Teresa, porque con ello sacaremos esta sanación profunda de nuestro ánimo: nos elevan a lo sublime y nos acostumbran a la contemplación de las cosas eternas. Un aspecto importantísimo en la dimensión global de nuestra existencia humana. La mentalidad reinante hoy día nos abaja a ras de tierra, nos exclaviza a nuestras pasiones, nos hace superficiales . Necesitamos como unos nuevos aires que respirar, como momentos para ahondar en nuestra vida. Y tomar conciencia de la profundidad de la existencia humana.
Leyendo alguna página de santa Teresa, escrita por ella misma, descubrimos cómo esta joven ha compartido toda esa profundidad, de una manera sencilla y, por eso, a la vez sublime. ¿Cómo? Buceando en su interior hasta encontrar a Dios, dulce huesped del alma, divina luz que todo lo alumbra, que da calor y luz .
El encuentro con Dios nos expande por encima de nosotros mismos. Y también nos libra del aislamiento y nos posibilita contactar con los demás, de una manera radicalmente diferente de la visión terrenal de las cosas.
Cuando uno quiere bastarse a sí mismo, y quiere organizarse desde sus criterios humanos, o de lo que está de moda o de lo que hacen otros, que triunfan en el poder o en el tener, eso termina , más pronto más tarde, en la insatisfación personal y en la amargura. Esa forma de ser es enfermiza.
Estamos hechos para Dios, y nuestro corazón no descansa hasta unirse con Dios, fuente de la felicidad plena. Y de estas verdades, santa Teresa es un testigo vivo y cercano, que podemos descubrir en sus escritos, especialmente en el libro llamado Vida, que es su autobiografía o diario íntimo.
Adios, amigos. Con un cordial saludo
Pio IX (1846-1878) alaba los escritos de la Virgen Abulense y primera mujer Doctora de la Iglesia, con estas palabras:" Juzgo sumamente util y oportuno que los aureos escritos de Santa Teresa se difundan más y más entre los hombres. Pues como esta nuestra edad sólo mire y piense en los bienes terrenales, y esté pronta a todo género de vicios y placeres, las obras de esta santa mujer pueden servir admirablemente para elevar los ánimos a lo sublime y acostumbrarnos a la contemplación de las cosas eternas".
Este gran Papa de la Iglesia nos recomienda la lectura de los libros escritos por santa Teresa, porque con ello sacaremos esta sanación profunda de nuestro ánimo: nos elevan a lo sublime y nos acostumbran a la contemplación de las cosas eternas. Un aspecto importantísimo en la dimensión global de nuestra existencia humana. La mentalidad reinante hoy día nos abaja a ras de tierra, nos exclaviza a nuestras pasiones, nos hace superficiales . Necesitamos como unos nuevos aires que respirar, como momentos para ahondar en nuestra vida. Y tomar conciencia de la profundidad de la existencia humana.
Leyendo alguna página de santa Teresa, escrita por ella misma, descubrimos cómo esta joven ha compartido toda esa profundidad, de una manera sencilla y, por eso, a la vez sublime. ¿Cómo? Buceando en su interior hasta encontrar a Dios, dulce huesped del alma, divina luz que todo lo alumbra, que da calor y luz .
El encuentro con Dios nos expande por encima de nosotros mismos. Y también nos libra del aislamiento y nos posibilita contactar con los demás, de una manera radicalmente diferente de la visión terrenal de las cosas.
Cuando uno quiere bastarse a sí mismo, y quiere organizarse desde sus criterios humanos, o de lo que está de moda o de lo que hacen otros, que triunfan en el poder o en el tener, eso termina , más pronto más tarde, en la insatisfación personal y en la amargura. Esa forma de ser es enfermiza.
Estamos hechos para Dios, y nuestro corazón no descansa hasta unirse con Dios, fuente de la felicidad plena. Y de estas verdades, santa Teresa es un testigo vivo y cercano, que podemos descubrir en sus escritos, especialmente en el libro llamado Vida, que es su autobiografía o diario íntimo.
Adios, amigos. Con un cordial saludo
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