La fundación del monasterio del
Glorioso San José del Carmen en la ciudad de
Sevilla, en el año de 1575 (2).
Hubieron de madrugar
mucho,al día siguiente, para gozar del fresco del amanecer, Recorrieron siete
leguas hasta llegar a Linares. Al medio día llegaron a una venta que dejaría
pésimos recuerdos, por encontrar allí unos hombres, “los más perversos que yo
he visto en mi vida”, dice Julian de Ávila.Y añade: “En esta venta se padeció
bastante sed, porque el calor era muy excesivo, y cada jarrito de agua muy
pequeño costaba dos maravedís, y había menester cada monja muchos jarritos, de
suerte que era muy más barato el vino que el agua”.
El viaje desde Beas a Sevilla fue durísimo y muy largo.Salen de Beas el 18
de mayo de 1575 y llegan a Sevilla el día 28. Es evidente que M. Teresa tenía
puesta en Dios tal confianza en que llegaría a Sevilla, que no se puede dudar
de que Dios iba con ella. Les ocurrió de todo.Un día la Madre se puso enferma
con una fiebre alta, y ,a falta de agua fresca,le aplicaron como remedio unos
paños de agua caliente, la única que había.
Un día antes de Pascua de Espíritu Santo,- escribe la Santa-, les dio Dios un trabajo harto
grande, que fue darme a mí una muy recia calentura…,que jamás de tal manera en
mi vida me ha dado calentura, que no pase muy más adelante. Fue de tal suerte,
que parecía tenía modorra, según iba enajenada. Ellas a echarme agua en el
rostro, tan caliente del sol, que daba
poco refrigerio.
La posada que encontraron era muy mala para personas con buena salud, cuanto más para una enferma. “Fue darnos una camarilla a teja vana, ella no tenía ventana y, si se abría la puerta toda se enchía de sol. Hicieronme echar en una cama, que yo tuviera por mejor echarme en el suelo, porque era de unas partes más alta y de otras tan baja, que no sabía como poder estar, porque parecía de piedras agudas.
El percance de los
carros también fue peligrosísimo. Metieron los carros en una barcaza, para
atravesar el Guadalquivir, y al desengancharse la maroma que retenía y dirigía
la barcaza, está se fue a la deriva, hasta que atracó en la arena.Se les hizo de noche y no sabían por dónde tirar, y gracias a un hortelano que los vió perdidos,
pudieron encontrar el camino.
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