“Estad preparados”.Las distintas recomendaciones que
nos hace el Señor en el Evangelio de hoy se pueden resumir en estas dos palabras: estad preparados. La preparación
para el encuentro con el Señor en la eucaristía o en el interior de nosotros
mismos, ha de evitar, por una parte el vivir angustiados y, por otra, el vivir
despreocupados. ¿Cómo vivir entonces, de forma ordenada este tiempo de
preparación? Hemos de vivir esperanzados.
Vivir esperanzados significa en primer lugar, mirar
con paz el pasado. Grave tentación es mirar el pasado dejándose acosar por el
remordimiento. El remordimiento es destructivo, y eso no lo puede querer el
Señor. Otra cosa distinta es el arrepentimiento ante el Señor misericordioso,
que nos ha tendido continuamente su mano para levantarnos de nuestras caidas.
Al mirar a nuestro pasado, al primero que hemos de descubrir es al Señor y su
amor misericordioso:la experiencia de la misericordia del perdón de Dios en
Jesucrito. ¡Misericordia y perdón! El Señor siempre nos perdona, tiene
misericordia, tiene un corazón misericordioso y nos espera siempre.
Vivir esperanzados significa, en segundo lugar,
mirar con responsabilidad el presente. La esperanza cristiana no da un salto al
futuro por encima del presente, sino que da un nuevo contenido al presente. La
esperanza cristiana hace que seamos responsables y que demos valor de eternidad a nuestros
deberes actuales y concretos en el aquí y ahora de nuestra existencia
cristiana,- Vivir esperanzados significa ,en tercer lugar, vivir con confianza
el futuro, poner nuestras vidas en las manos del Señor. No son nuestros
merecimientos los que principalmente nos han de salvar sino los de nuestro
Salvador Jesucristo. No mires a tus fuerzas, que te pueden desmayar, sino mira
a ese mediador >Jesucristo y el te dará fuerzas.¡ Mi fuerza y mi poder es el
Señor!
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