FUNDACIÓN DEL CONVENTO
DE SAN JOSÉ EN MEDINA (2)
En pocas semanas Madre Teresa tomó la
decisión de continuar realizando el proyecto fundacional, en el que ella veía
ser muy del agrado de Dios y en bien de la santa Iglesia. Empezaría por Medina,
a dos dias de camino desde Ávila.
Salieron de la ciudad amurallada el 13 de agosto -En la fonda de Arévalo les esperaba un
propio para llegar sin agobios a
Medina y fundar el día de la Asunción.”Iban tres o cuatro carros con las monjas
y ropa y entrecasa que al presente era menester, y con mozos bastantes de a
pie, y Julián de Ávila a caballo. En Arévalo hicieron noche..En la fonda se
presentó un propio enviado por el caballero que le había alquilado la casa, don
Alonso Alvarez, portador de una carta en que le pedía a la Fundadora“que en
ninguna manera saliesen las monjas de Ávila”, “hasta que se averiguase con los
frailes agustinos, que vivían cerca de la casa y no consentían que tan cerca de
su casa se hiciese monasterio, y que los frailes eran sus amigos, y que él no
quería disgustarlos, y por tanto, que no nos dejaría entrar en la casa hasta
que ellos lo tuviesen por bueno.
¿Qué hacer ante semejante situación? Madre Teresa lo resolvió puntualmente:
las cuatro monjas de la Encarnación marcharon a Villanueva del Aceral, a donde
el párroco las acogería con mucho gusto. Y el P. Antonio conocedor del aviso de
don Alonso Alvarez sobre la casa en alquiler, se presentó ante la Fundadora con
la buena noticia de que podían disponer de una casa comprada, y por
consiguiente podían llegar a Medina, como era su intención. Y allí entraron a
media noche. Inmediatamente se pusieron a barrer las dependencias de la casa y descubriEeron
que la casa era inhabitable. La Santa lo
describe así:
Llegamos a Medina del Campo víspera de nuestra Señora de agosto, a las doce
de la noche. Apeámonos en el monasterio de Santa Ana por no hacer ruido, y a
pie nos fuimos a la casa. Fue hara misericordia del Señor que a aquella hora encerraban toros para
correr otro día, no nos topar alguno. Con el embebecimiento que llevábamos, no
había acuerdo de nada, mas el Señor , que siempre le tiene e los que desean su
servicio, nos libró, que. cierto, allí no se pretendía otra cosa
Llegadas a la casa, entramos en un
patio. Las paredes harto caidas me parecieron mas no tanto como cuando fue de
día se pareció.
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