DOMINGO V DE PASCUA .- LA SEÑAL DE QUE SOIS DISCÍPULOS MIOS
-”La señal
por la que conocerán que sois discípulos mios será que os amais unos a
otros”.-Antes había proclamado el mandamiento nuevo:”Que os améis unos a
otros como yo os he amado”.- Todo el mensaje de Jesucristo, toda su enseñanza
se condensa en estas dos frases.- Aunque no tuviéramos conocimiento de las
demás palabras de Jesús, estas dos frases contienen toda su enseñanza que se
resume en el mandamiento nuevo.- Sin la novedad de la palabra del
mandamiento del amor no habría novedad en las demás palabras o mandamientos de
Jesucristo. Todas las palabras, todos los hechos acaecidos en la vida de
Jesucristo son eco y expresión o testimonio de una palabra: amaos. El primer mandamiento es
“amarás a Dios sobre todas las cosas”.
Dios
es lo primero y, a partir de El, se ilumina toda la realidad.. La entrega total
a Dios es necesaria para que el seguimiento de Cristo no acabe en fracaso.
Empezar una casa sin disponer de lo
necesario para completarla, o lanzarse a una batalla imposible, indican la
actitud de aquellos que pretenden ser cristianos a medias. El resultado es un
tremendo fracaso. La vida cristiana no consiste en el intento, sino en la
realización. Tampoco hay que olvidar que
todos los bienes proceden de Dios y que deben ser utilizados en su servicio
Por consiguiente, cualquiera otras
señales de identificación cristiana, valen en cuanto dan paso a la señal por
antonomasia : el amor.- Y no valen para nada, e incluso se convierten en
señales en contra del discípulo, si no encuentran su sentido en el amor.- San
Pablo lo expone rotundamente: “ Aunque hablara varias lenguas..., aunque
tuviera el don de profetizar lo que va a venir..., aunque tuviera el poder de
hacer milagros...,aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a
las llamas, si no tengo amor, nada me sirve, nada me aprovecha”. Para el
discípulo de Jesucristo, las demás señales de nada le sirven sin la señal del
amor. Todos los mandamientos de la ley se reducen a uno: el mandamiento “ el
nuevo”.Pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley. La caridad es por
tanto, la ley en plenitud.
De ello nos dió ejemplo supremo e
inconfundible Jesucristo: “Sabiendo que había llegado su hora de pasar de este mundo al
Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
extremo”. Pone toda su vida al servicio de los hombres, se pone en sus
manos tan absoluta y radicalmente que
acepta morir por ellos en la cruz. Esta es su señal y “ obras son
amores”.- Esa es la gloria de Dios, porque Dios es Amor. Amar hasta el extremo
señala la hora de Dios. El amor es presencia de Dios.
Pero no estamos ante el mandato de un
amor cualquiera. Es el mandamiento del amor “como yo os he amado”. Amor libre,
sincero, total, sin reservas, a todos, incluso al enemigo.- El amor cristiano,
el mandamiento nuevo del amor, tiene un modo y una medida: ser como el amor de
Jesucristo.- Este es el amor que nos renueva , y nos hace ser hombres nuevos,
intérpretes de un cántico nuevo. Este amor fué el que renovó a los patriarcas,
a los profetas, a los apóstoles, y los primeros que se incorporaron a la
Iglesia y siguieron incorporándose a ella a lo largo de los siglos, por todas
las partes del mundo. El amor, el mandamiento nuevo del amor es el que hace de
todo el género humano, extendido por el universo entero, un único pueblo nuevo,
el reino de Dios.- Porque , en la Iglesia, el pueblo de Dios, los miembros se
preocupan unos por otros; y si padece uno de ellos, se compadecen todos los
demás, y si uno de ellos se ve glorificado, todos los otros se congratulan...
No como se aman quienes viven en la corrupción de la carne, ni como se aman los
hombres simplemente porque son hombres; no por filantropía, sino como se quieren
todos los que se tienen por hijos de Dios, y llegan a ser hermanos de su único
Hijo, amándose unos a otros con aquel mismo amor con que él los amó, para
conducirlos a todos a aquel fin que les satisfaga, donde su anhelo de bienes y
de felicidad se encuentren colmados. En esto está la gloria de Dios, que es su
voluntad en la tierra. Es la presencia de Dios escondido en las voluntades
humanas que aman al estilo de Jesús...La señal de Dios, el amor, es el
indicativo eficaz de la llegada del mundo nuevo, del que nos habla la segunda
lectura: cuando se implante en el mundo la civilización del amor, habrá “un
cielo nuevo y una tierra nueva..., se realizará la morada de Dios con
los hombres”.- Y al final de la vida nos examinarán del amor, del amor con que hayamos hecho las
cosas. Esto es lo único necesario y siempre nuevo, el amor. Todo lo demás pasa
y se hace viejo.