VOLAR SIN IR CARGADA DE TIERRA Y DE PLOMO
Madre Teresa de Jesús , en el capítulo 10 de Camino, nos propone un nuevo desasimiento, el desasirse de sí mismo. Para ella, “desasimiento” es “liberación”. Y sirve para llegar al “señorío” de sí mismo. Porque no adelantaría nada el alma que cierra la puerta de su casa interior, para que no entren los ladrones de la calle, y tenga un ladrón dentro de la casa.
Así puede ocurrir. Comunmente, pensamos que la libertad nos la quitan desde fuera: con violencia, opresión, prohibiciones, limitaciones a la libertad de acción o de movimientos. Por ahí ha comenzado Madre Teresa: hay que liberarse de las amarras exteriores, de cosas y personas, que de alguna manera nos tienen amarrados, y no nos permiten volar con libertad de espíritu.
Pero esa liberación de amarras exteriores no basta. La verdadera estrategia de la liberación interior consiste en vaciar la tierra y el plomo que el egoísmo y la soberbia vienen acumulando en nuestro corazón. O dicho de otra manera: liberarnos de nosotros mismos, porque el ladrón y las cadenas las llevamos dentro. La escuchamos:
Desasiéndonos del mundo y deudos y encerradas aquí (las monjas del convento de san José),con las condiciones que están dichas, ya parece lo tenemos todo hecho y que no hay que pelear con nada.¡Oh hermanas mias! No os aseguréis ni os echéis a dormir, que será como el que se acuesta muy sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de los ladrones, y se los deja en casa.
Y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues quedamos nosotras mismas, que si no se anda con gran cuidado y cada una mira mucho en andar contradiciendo su voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de espíritu ,para que pueda volar a su Hacedor sin ir cargada de tierra y de plomo.
Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento la vanidad que es todo y cuán presto se acaba, para quitar las afecciones de las cosas que son tan baladíes y ponerla en lo que nunca se ha de acabar. Y, aunque parece flaco medio, viene a fortalecer mucho el alma, y en las muy pequeñas cosas traer gran cuidado; en aficionándonos a alguna, procurar apartar el pensamiento de ella y volverle a Dios, y su Majestad ayuda (CP 10, 1-2)
Madre Teresa de Jesús , en el capítulo 10 de Camino, nos propone un nuevo desasimiento, el desasirse de sí mismo. Para ella, “desasimiento” es “liberación”. Y sirve para llegar al “señorío” de sí mismo. Porque no adelantaría nada el alma que cierra la puerta de su casa interior, para que no entren los ladrones de la calle, y tenga un ladrón dentro de la casa.
Así puede ocurrir. Comunmente, pensamos que la libertad nos la quitan desde fuera: con violencia, opresión, prohibiciones, limitaciones a la libertad de acción o de movimientos. Por ahí ha comenzado Madre Teresa: hay que liberarse de las amarras exteriores, de cosas y personas, que de alguna manera nos tienen amarrados, y no nos permiten volar con libertad de espíritu.
Pero esa liberación de amarras exteriores no basta. La verdadera estrategia de la liberación interior consiste en vaciar la tierra y el plomo que el egoísmo y la soberbia vienen acumulando en nuestro corazón. O dicho de otra manera: liberarnos de nosotros mismos, porque el ladrón y las cadenas las llevamos dentro. La escuchamos:
Desasiéndonos del mundo y deudos y encerradas aquí (las monjas del convento de san José),con las condiciones que están dichas, ya parece lo tenemos todo hecho y que no hay que pelear con nada.¡Oh hermanas mias! No os aseguréis ni os echéis a dormir, que será como el que se acuesta muy sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas por miedo de los ladrones, y se los deja en casa.
Y ya sabéis que no hay peor ladrón, pues quedamos nosotras mismas, que si no se anda con gran cuidado y cada una mira mucho en andar contradiciendo su voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de espíritu ,para que pueda volar a su Hacedor sin ir cargada de tierra y de plomo.
Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento la vanidad que es todo y cuán presto se acaba, para quitar las afecciones de las cosas que son tan baladíes y ponerla en lo que nunca se ha de acabar. Y, aunque parece flaco medio, viene a fortalecer mucho el alma, y en las muy pequeñas cosas traer gran cuidado; en aficionándonos a alguna, procurar apartar el pensamiento de ella y volverle a Dios, y su Majestad ayuda (CP 10, 1-2)
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