A Teresa de Ávila se le apareció Jesucristo. Y de su aparición estaba más segura que si lo viese en persona. Ella misma se hace las preguntas que cualquiera podía hacerle: ¿Cómo sabía yo que era Cristo, si no lo veía? Porque si digo que ni con los ojos del cuerpo ni del alma no lo veo, porque no es visión imaginaria ¿ cómo entiendo y me afirmo ´que está a mi lado con más claridad que si lo viese?
El primer confesor a quien le comentó que había visto a Jesucristo, no se lo podía creer. Pero acudió a un fraile franciscano, que Teresa tenía como un hombre santo y de gran espíritu, san Pedro de Alcántara, y la tranquilizó. Si lo aseguraba Teresa de Ahumada, era verdad tal y como lo decía.
La mística carmelita se esforzaba en buscar alguna comparación para darse a entender a los incrédulos: se puede "parecer que es como una persona que está a oscuras. que no ve a la otra que tiene de frente, o si es ciega, aunque no va bien (la comparación)- Alguna semejanza tiene, mas no mucha, porque siente con los sentidos, o la iyer hablar, o menear, o la toca. Acá no hay nada de esto, ni se ve oscuridad, sino que se representa por una noticia al alma más clara que el sol. No digo que se ve el son, ni claridad, sino una luz, que sin ver luz, alumbra el entendimiento, para que goce el alma de tan gran bien- Trae consigo grandes bienes".
Y Teresa puntualiza aún más. Defiende que es una visión real de Jesucristo, que se le aparece, como se le apareció a Saulo o a las mujeres que fueron al sepulcro. Que es distinta a lo que le había ocurrido otras veces haciendo oración, en que se siente la presencia de Dios y halla con quien hablar y entiende el alma que la oye por los efectos y sentimientos espirituales que sentimos de gran amor y fe y otras determinaciones. Eso es una oración muy alta y un verdadero regalo de Dios, que quiere hacer sentir su presencia en el alma, pero no es una "visión". Cuando el Señor se aparece a Teresa, " se ve claro que está aquí Jesucristo, Hijo de la Virgen, y se ve nos acompaña y quiere hacer mercedes también la Humanidad Sacratísima".
"Y me preguntó el confesor ¿quién dijo que era Jesucristo?. Y respondí yo: El me lo dice muchas veces; mas, antes que me lo dijese, se imprimió en mi entendimiento que era El. Sin verse, se imprime con una notia tan clara que no parece se puede dudar. Queda gran certidumbre, que no tiene fuerza la duda".
Santa Teresa es testigo del resplandor de la luz de Dios, que es Jesús resucitado, el Viviente. A El le decimos:¡ Señor mio y Dios mio! Con mis saludos. Nicolás González.
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