lunes, 16 de mayo de 2011

DIOS Y TERESA SE ENTIENDEN CON SÓLO MIRARSE






Teresa se asombra de cómo llega al conocimiento de algunas cosas, que nadie de este mundo le ha enseñado, ni ha captado por los sentidos corporales. Ve cosas sin verlas, oye palabras sin oirlas. A veces le pasa que se lo dan todo guisado y comido, y le basta con saborear y gozar.



Le ocurren cosas tan insólitas, como a aquel que sin haberse molestado siquiera en aprender el abecedario, y menos todavía sin haber asistido a ninguna clase, de repente se pone a hablar con todo acierto de verdades científicas, sin saber cómo ni por dónde lo sabe.



Hemos entrado en el campo de las "visiones" y de los "arrobamientos", que tiene Teresa de Ávila, y que ella califica de regalos que Dios le hace, sin ni siquiera pedirlos ni desearlos. Habla de Dios, como uno puede hablar del amigo con el que se fue a esquiar- Tiene de Dios la misma certeza , la misma evidencia. La escuchamos:



"Queda con una gran certidumbre que Dios enseña al alma y la habla sin hablar. Es un lenguage tan del cielo, que acá se puede mal dar a entender aunque más queramos decir, si el Señor por experiencia no lo enseña. Pone el Señor lo que quiere que el alma entienda, en lo muy interior del alma, y allí lo representa sin imagen ni forma de palabras, sino a manera de esta visión".



"Y nótese mucho esta manera de hacer Dios que entienda el alma lo que El quiere, y grandes verdades y misterios; porque esto es así, lo que muchas veces entiendo , cuando el Señor me declara alguna visión que quiere Su Majestad representarme. Es una cosa tan de espíritu esta manera de visión y de lenguaje, que ningún bullicio hay en las potencias ni en los sentidos...No obramos nosotros nada ni hacemos nada, todo parece obra del Señor".



"Es como cuando ya está el manjar en el estómago sin comerlo, ni saber nosotros cómo se puso allí, más entiende bien que está. En esta habla, hace Dios al entendimiento que advierta, aunque le pese, a entender lo que se dice, que allá parece tiene el alma otros oídos con que oye, y que la hace escuchar y que no se distraiga; como a uno que oyese bien y no le consienten que se tape los oidos y le hablasen cerca a voces, aunque no quisiese , lo oiría. Todo lo halla guisado y comido; no hay que hacer más que gozar. Como uno que sin deprender ni haber trabajado nada para saber leer ni tampoco hubiese estudiado nada, hallase toda la ciencia sabida ya en sí, sin saber cómo ni dónde, pues aún nunca había trabajado, aún para deprender el abecé".


"Esta comparación postrera me parece declara algo de este don celestial, porque se ve el alma en un punto sabia, y tan declarado el misterio de la Santísima Trinidad y de otras cosas muy subidas, que no hay teólogo con quien no se atreviese a disputar la verdad de estas grandezas. Quédase tan espantada que basta una merced de éstas para trocar toda un alma y hacerla no amar cosa, sino a quien ve que, sin trabajo ninguno suyo, la hace capaz de tan grandes bienes y le comunica secretos y trata con ella con tanta amistad y amor, que no se sufre escribir. Basta con que Dios quiera que el alma lo entienda, para darse a entender el amor que se tienen estos dos amigos".



"Como acá, si dos personas se quieren mucho, y tienen buen entendimiento, aún sin señas parece que se entienden con sólo mirarse"(V27,6-10).



Sí, este diálogo de amor entre Jesucristo y santa Teresa marcó toda su vida. Testigo transparente y creible de Dios, que nos lleva a El. Con mis saludos. Nicolás González

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