En el capítulo 25 del Libro de la Vida, Teresa nos sorprende por la seguridad con que se opone a t sus confesores y amigos, que la aconsejan que no siga por el camino de la soledad e intimidad en el trato personal con Jesucristo. Le decían sencillamente, al escucharle sus vivencias místicas, que no podía ser verdad tanta belleza.
Teresa estaba desconcertada. Percibía que ella estaba destinada a algo grande, aparentemente irrealizable, porque Dios le comunicaba gracias extraordinarias, que nadie podía creerse, excepto la protagonista. Evidentemente ella gozaba de una fuerza capaz de hacer lo que Dios quisiera de ella, sin merecerlo. Por lo que llegamos a la conclusión de que el Espíritu la inspiraba y movía desde dentro con el poder de quien es el Todopoderoso.
Por un lado, nos confiesa Teresa : Creo eran cinco o seis, todos muy siervos de Dios..., y todos se determinaban en que era demonio, que no comulgase tan amenudo, y que procurase distraerme de suerte que no tuviese soledad. Me fui de la iglesia con esta aflicción, y entré en un oratorio, habiéndome quitado muchos dias de comulgar, quitada la soledad, que era todo mi consuelo, sin tener persona con quien tratar, porque todos eran contra mí. Unos se burlaban de mí cuando de ello trataba, como que se me antojaba;otros decían que era claro (cosas del) demonio.
Ante semejantes juicios, ella no cedía, ni podía ceder, porque estaba absolutamente convencida de que Dios la acosaba: "me hacía el Señor recoger; y - sin poderlo yo excusar- me decía lo que era servido; y, aunque me pesaba, lo había de oir".
Y, después de cuatro o cinco horas de agonía, totalmente desconcertada y fatigada, sin ningún consuelo ni del cielo ni de la tierra, Teresa desemboca en oración. Y le pareció reproducir en ella el misterio de Jesús en el Huerto de los Olivos, a donde sus discípulos lo abandonaron, y a donde Jesús aceptó hasta el fondo la voluntad del Padre. A Teresa se le ofrece la oportunidad de reafirmar su fidelidad radical a su amigo verdadero, y, a su imitación oró así :
¡ Oh Señor mio, cómo sois Vos el amigo verdadero! ¡Y, como poderoso, cuando quereis podeis, y nunca dejáis de querer, si os quieren! ¡Os alaben todas las cosas, Señor del mundo! ¡Oh, quién diese voces por El, para decir cuán fiel sois a vuestros amigos! Todas las cosas faltan. Vos, Señor de todas ellas, nunca faltais. Poco es lo que dejais padecer a quien os ama. ¡Oh Señor mio, qué delicada y pulida y sabrosamente lo sabeis tratar! ¡Oh, quién nunca se hubiera detenido en amar a nadie sino a Vos! Parece, Señor, que probais con rigor a quien os ama, para que en el extremo del trabajo, se entienda el mayor extremooo de vuestro amor (V.25, 17).
Amigos del BLOG, los encuentros de Teresa con Jesús Viviente le cambiaron la historia. Que nuestra Santa, con su testimonio, nos aproxime a la realidad de las realidades que es el Dios invisible. Con mis cordiales saludos hoy, el 496 aniversario del Bautismo de la niña Teresa. Vuestro amigo Nicolás González
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