miércoles, 21 de julio de 2010

LA PUERTA PARA ENTRAR EN ESTE CASTILLO ES LA ORACIÓN

San Bartolomé, Apostol
En plata, Custodia del Corpus, de Ávila
Juan de Arfe, 1571
LA PUERTA PARA ENTRAR EN ESTE CASTILLO ES LA ORACIÓN


Santa Teresa se ve a sí misma como un castillo. La persona es como un castillo, porque en ella hay moradas interiores, donde habita el yo con su esposa el alma, y en las que reciben visitas íntimas, confidenciales, e invitan a comensales para obsequiarles con los mejores manjares sentados a la misma mesa.


Pero en la persona, como en un castillo, hay exteriores, llenos de suciedad, donde corretean las sabandijas, y se entretiene el portero con gente de su condición, es decir los sentidos restregándose con los mas bajos instintos.


¡Pobre hombre el que no sabe lo que hay dentro de sí! ¿No es una pena que no nos entendamos a nosotros mismos ni sepamos quiénes somos? ¿ No sería un analfabeto o un pobre hombre si le preguntasen cómo se llama, y no lo supiera, ni supiese quién es su padre ni su madre ni de dónde es? ¿No sería un tonto el que se fijase en el engaste, y nó en la joya que encierra? ¿ O supiera dónde está la puerta para entrar en el castillo y descubrir sus tesoros y no le viniera la curiosidad de entrar por ella?


Teresa concluye con estas palabras, siguiendo su lógica:


Pues si esto sería una gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotros cuando no procurásemos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos y ,así, a bulto, porque lo hemos oido y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Pero, qué bienes puede haber en esta alma y el gran valor que encierra, pocas veces lo consideramos. Y por eso se tiene en tan poco procurar, con todo cuidado, conservar su hermosura. Todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo. que son estos cuerpos.


No hallo yo cosa con la que comparar la gran hermosura de un alma y su gran capacidad, como la de un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, donde hay muchos aposentos...No es otra cosa el alma del justo sino un paraiso, en el que Dios dice que encuentra sus deleites...El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza..., y con esto basta para que, apenas, podamos entender la gran dignidad y hermosura del alma.


Tristemente hay muchas almas que se están en la ronda del castillo,- que es a donde están los que lo guardan-, y no se les da nada de entrar dentro, ni saben lo que hay en aquel precioso lugar, ni quién está dentro, ni aún que piezas tiene.


¿Pues sabeis cuál es la puerta para entrar dentro de sí? La puerta, para entrar en este castillo es la oración y consideración.


¡Pues ahí está la puerta que da acceso al conocimiento propio, a la autoestima y a la valoración del paisaje interior! La oración, a solas consigo mismo y con Quien sabemos nos ama, Dios mismo.


Teresa de Jesús

No hay comentarios:

Publicar un comentario