lunes, 26 de julio de 2010

LA ORACIÓN HA DE SER CON CONSIDERACIÓN

San Judas Tadeo, Apostol

Santa Teresa observa que algunas personas están rezando el Padre Nuestro, meneando los labios para que el del lado le vea rezar y rezar, mientras está concentrado en otra cosa. Y a esto se opone rotundamente, porque rezar, para ella, es estar pensando con la mente y el corazón lo que dicen los labios, o incluso con ellos cerrados.

Pero también se hace cargo de que no siempre puede uno estar concentrado en el sentido de las palabras que pronuncia, cuando reza. Eso es lo propio de los místicos. Se conforma con que uno tenga el deseo de hacerlo, y que, al menos, alguna vez lo haga. Siguiendo con la imagen de que la oración es la puerta de entrada en el castillo interior de uno mismo, lo más elemental es saber que hay una puerta, y donde está situada, y entrar por ella alguna vez, aunque no pase de la primera habitación. Pero tiene que saber lo que se pierde, por no llegar a desubrir la belleza de las salas más íntimas, por lo haber llegado a dominar su imaginación con una concentración perfecta en lo que contiene la oración.

Así expresa su pensamiento, con toda claridad:

Toda oración ha de ser con consideración. Porque el que no advierte con quién habla, y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labios.


Porque, aunque algunas veces ocurra esto de no llevar este cuidado, habiéndolo llevado otras, quien tuviese la costumbre de hablar con la majestad de Dios como hablaría con un cualquiera, que ni mira si dice mal, sino lo que se le viene a la boca y tiene aprendido por hacerlo otras veces, no lo tengo por oración, ni plega a Dios que ningún cristiano la tenga de esa suerte.


Pues no hablemos de almas tullidas, que si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten...,tienen harta mala ventura y gran peligro, sino de otras almas que, en fin, entran en el castillo (en sí mismas). Porque, aunque están muy metidas en el mundo, tienen buenos deseos y alguna vez, - aunque de tarde en tarde-, se encomiendan a nuestro Señor, y consideran quién son aunque no muy despacio.Alguna vez, en un mes, rezan llenos de mil negocios, con el pensamiento de ordinario en esto, porque están tan asidos a ellos, que, como adonde está su tesoro se va allá el corazón, ponen por sí algunas veces de desocuparse, y es gran cosa el propio conocimiento, y ver que no van bien para atinar con la puerta (de entrada al castillo interior).


En fin, entran en las primeras piezas de las bajas, mas entran con ellos tantas sabandijas, que ni le dejan ver la hermosura del castillo, ni sosegar; harto hacen con haber entrado (Moradas 1ª, 1,7-8).


Teresa de Jesús

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