En plata. Custodia del Corpus de Ávila.
Juan de Arfe, 1571
MENSAJE DEL EVANGELIO DEL DOMINGO
El evangelio de este domingo nos invita a la reflexión y a la acción, por ese orden. Las dos cosas son necesarias en la vida, pero una más que la otra. Este mensaje se deduce de la escena que protagonizan dos hermanas , alas que visita Jesucristo en el pueblo de Betania.
Marta y María hospedan en su casa al Maestro. María, sentada a los pies de Jesús, le escucha.Marta, en cambio, se dedica a disponer la casa, arreglar la habitación para que el visitante se sienta bien acogido. Marta tiene confianza y seguridad de que el Señor verá mejor lo que ella hace que lo que hace su hermana, y por eso le pide que mande a María que le eche una mano. Pero el Maestro no accede a su petición, sino que la reprende cariñosamente.La responde: María ha escogido la mejor parte.
Aprendamos que lo primero es saber escuchar. En medio de la inquietud y preocupación por hacer cosas, empecemos por dedicar algunos momentos del día a la escucha, a la reflexión. A la escucha de las voces, que el estrépido de las ocupaciones ordinarias nos impide oir, en nuestro interior, la voz de nuestra conciencia, la voz de Dios, la voz del otro, la voz de la naturaleza.
Nuestra vida la hemos tejido de una forma tan artificial, que nos resulta casi incomprensible caer en la cuenta de que vivimos en lan naturaleza. Todo el cosmos, el cielo y la tierra, nos habla un lenguaje, que sólo se percibe en el silencio. Nuestros sentidos exteriores son las ventanas del alma: percibir el color y el olor de las flores, detenerse en la contemplación del cielo estrellado, escuchar el rumor de las aguas del rio rumoroso, del aire en las ramas, de los pájaros. Saber descubrir el lenguaje religioso de la creación : "El firmamento pregona la obra de sus manos", de las manos invisibles de Dios.
Escojamos la mejor parte: escuchar. Escuchar la palabra de Dios, el Evangelio, marca el orden de nuestro ser cristiano, de nuestras ideas, de nuestros destinos, y nos señala el concepto cristiano de la vida, la fe, la oración, la interiorización, la reflexión. Y luego, desde ahí, desde dentro, hacer lo que uno tenga que hacer, y hacerlo bien.
Los dos elementos, la reflexión y la acción, el vertical y el horizontal, son los constitutivos de nuestra vida, los que componen la realidad de nuestra existencia . Para que nuestros quehaceres tengan sentido, consistencia, valor y duración más allá de lo fugaz del tiempo que pasa, escuchemos la voz de nuestra conciencia y la confrontemos con la Verdad, la que proclama siembre el santo Evangelio, cada domingo.
Os saluda, amigos seguidores del BLOG, el Capellán del Monasterio de la Encarnación de Ávila, vuestro servidor Nicolás González
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