El primer Papa que vino a España , a lo largo de los dos mil años de historia de la Iglesia, fue Juan Pablo II. Y lo hizo atraído por Santa Teresa de Ávila. Se realizó esta visita oficial en el marco del cuarto Centenario de la muerte de Santa Teresa. Vino exactamente a Ávila, tal día como hoy, el uno de noviembre de 1982, hacia las ocho de la mañana.
Aquello fue el acontecimiento más grandioso de cuantos han ocurrido hasta el momento en nuestra ciudad. Quedó escrito para la historia, en letras de oro.Aquí se celebró la primera Misa de un Papa en España. En la Misa concelebraron todos los Obispos y unos quinientos sacerdotes de Castilla y León, aparte de los Cardenales y otros Monseñores que venían en el séquito papal.
Mientras escribo esta página, me parece estar viendo a esta misma hora, de las diez, el altar que se instaló en las proximidades de la Puerta del Carmen, sobre una enorme plataforma construida al efecto. La muralla sirvió de fondo, como si fuera un retablo. Aquella mañana lucía un cielo azul limpísimo. Las torres de las ermitas de San Martín, Santa María de la Cabeza y de la Encarnación, al fondo. Y más allá, la parda lejanía de las encinas, el paisaje otoñal. El recinto, ocupado por este templo al aire libre, tenía una superficie de doscientos mil metros cuadrados. En la instalación de la megafonía se emplearon unos diez kilómetros de cables.Desde la improvisada sala de prensa, los corresponsales de medios de comunicación de todo el mundo retransmitieron el oficio religioso a través de más cien lineas telefónicas.
Vinieron esa mañana a la ciudad, donde nació Santa Teresa, un millón de feligreses. Entre los asistentes a la ceremonia, ocuparon lugares de honor los Reyes con sus hijos. Las infantas y el príncipe eran entonces unos niños. Vino el gobierno de la nación en pleno, y las más altas jerarquías militares y judiciales. Sobre la muralla ondeaban cientos de banderas y colgaduras. La catedral aportó los mejores ornamentos y objetos para el culto, verdaderas obras de arte .
Destacaban en el recinto, a ambos lados del altar, las imágenes de Santa Teresa y de la Virgen de la Caridad sobre sus respectivas carrozas de plata.Todo para conmemorar la santidad de una mujer abulense, llamada Teresa de Jesús, que había fallecido hacía cuatrocientos años .De no haber existido esta santa, a Avila no habría venido el Papa ni nadie aquel uno de noviembre.
El Papa Juan Pablo II declaró públicamente que sus dos maestros espirituales, a los que debía su específica formación para la vida de fe y de oración, eran San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Siendo joven estudiante, descubrió sus obras de la mano de un seglar de su pueblo natal y de los Carmelitas.¡Cómo las asimiló este hombre de fe profundísima ! En la homilía, el Papa hizo los mejores elogios sobre la vida y la obra de nuestra Doctora Mística.En sus posteriores encíclicas y discursos la ha venido citando con frecuencia.
Avila, desde entonces, debe a Juan Pablo II, por lo menos, el haber aparecido gratuitamente en millones de pantallas de televisión y en las primeras páginas de periódicos y revistas de todo el mundo. Nadie ni nada ha publicitado tanto esta ciudad y a Santa Teresa de Ávila como aquella memorable visita del Papa.
Pues esto es algo que le ha ocurrido a la titular de nuestro BLOG, tal día como hoy. Mañana la oiremos contarnos cómo empezó todo.
Adios, amigos, hasta mañana, aniversario de la entrada de Doña Teresa de Ahumada en el convento de carmelitas.
Aquello fue el acontecimiento más grandioso de cuantos han ocurrido hasta el momento en nuestra ciudad. Quedó escrito para la historia, en letras de oro.Aquí se celebró la primera Misa de un Papa en España. En la Misa concelebraron todos los Obispos y unos quinientos sacerdotes de Castilla y León, aparte de los Cardenales y otros Monseñores que venían en el séquito papal.
Mientras escribo esta página, me parece estar viendo a esta misma hora, de las diez, el altar que se instaló en las proximidades de la Puerta del Carmen, sobre una enorme plataforma construida al efecto. La muralla sirvió de fondo, como si fuera un retablo. Aquella mañana lucía un cielo azul limpísimo. Las torres de las ermitas de San Martín, Santa María de la Cabeza y de la Encarnación, al fondo. Y más allá, la parda lejanía de las encinas, el paisaje otoñal. El recinto, ocupado por este templo al aire libre, tenía una superficie de doscientos mil metros cuadrados. En la instalación de la megafonía se emplearon unos diez kilómetros de cables.Desde la improvisada sala de prensa, los corresponsales de medios de comunicación de todo el mundo retransmitieron el oficio religioso a través de más cien lineas telefónicas.
Vinieron esa mañana a la ciudad, donde nació Santa Teresa, un millón de feligreses. Entre los asistentes a la ceremonia, ocuparon lugares de honor los Reyes con sus hijos. Las infantas y el príncipe eran entonces unos niños. Vino el gobierno de la nación en pleno, y las más altas jerarquías militares y judiciales. Sobre la muralla ondeaban cientos de banderas y colgaduras. La catedral aportó los mejores ornamentos y objetos para el culto, verdaderas obras de arte .
Destacaban en el recinto, a ambos lados del altar, las imágenes de Santa Teresa y de la Virgen de la Caridad sobre sus respectivas carrozas de plata.Todo para conmemorar la santidad de una mujer abulense, llamada Teresa de Jesús, que había fallecido hacía cuatrocientos años .De no haber existido esta santa, a Avila no habría venido el Papa ni nadie aquel uno de noviembre.
El Papa Juan Pablo II declaró públicamente que sus dos maestros espirituales, a los que debía su específica formación para la vida de fe y de oración, eran San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Siendo joven estudiante, descubrió sus obras de la mano de un seglar de su pueblo natal y de los Carmelitas.¡Cómo las asimiló este hombre de fe profundísima ! En la homilía, el Papa hizo los mejores elogios sobre la vida y la obra de nuestra Doctora Mística.En sus posteriores encíclicas y discursos la ha venido citando con frecuencia.
Avila, desde entonces, debe a Juan Pablo II, por lo menos, el haber aparecido gratuitamente en millones de pantallas de televisión y en las primeras páginas de periódicos y revistas de todo el mundo. Nadie ni nada ha publicitado tanto esta ciudad y a Santa Teresa de Ávila como aquella memorable visita del Papa.
Pues esto es algo que le ha ocurrido a la titular de nuestro BLOG, tal día como hoy. Mañana la oiremos contarnos cómo empezó todo.
Adios, amigos, hasta mañana, aniversario de la entrada de Doña Teresa de Ahumada en el convento de carmelitas.
Es muy agradable conocer la vida de Santa Teresa, contada asi, de esta manera, en este Blog, yo si puedo no me pierdo un solo capitulo, pues aparte de las palabras textuales de la Santa en sus libros, estan las explicaciones y la guia de alguien que la conoce muy bien.
ResponderEliminarLa visita del Papa en el año 82 fue realmente un gran acontecimiento en Avila. En mi casa no se hablaba de otra cosa. Yo no vivia en Avila pero vine ese dia y fuí una de las muchas personas en la multitud que siguió parte de la Misa, aunque por entonces mi fe estaba debilitada por las muchas distracciones y entretenimientos que tenia en cualquier cosa, pero no quise dejar de ver con mis propios ojos, aunque fuera de lejos al Papa con sus cabellos blancos al viento, como si fuera simbolo de que no todo es disciplina y sacrificio sino que hemos de sentirnos libres y en armonia con la naturaleza que nos zarandea a veces amorosamente y otras con la rabia de un castigo.
Si vuelve otra vez el Papa a Avila, será para la mayoria de los abulenses,y espero que sean pocos a los que les moleste, otro gran acontecimiento que fortalecerá la fe de los que nos llamamos cristianos católicos.
Un saludo
Igual que en el año 1982, Juan Pablo II quiso estar en la casa de Sta.Teresa, sin duda para pedirle a la santa, su intercesión por este mundo de pecadores, no me cabe ninguna duda, que el santo padre Benedicto XVI, empeñado en restablecer la tradición dentro de la Iglesia, sería el idóneo visitante al Monasterio de la Encarnación,casa de la Santa, y desde allí pedirle a la gran Doctora de la Iglesia, por el fortalecimiento de la fe de los católicos actuales, tan necesaria para cambiar el mundo.Creo que para vd., querido P.Nicolás, ser impulsor de esa iniciativa, le proporcionaría un broche de oro, en su santa carrera sacerdotal. Le encomendamos en nuestras oraciones en este año sacerdotal. Familia Menéndez Piñar.Azuqueca de Henares (Guadalajara)
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