La fundación de un convento de carmelitas descalzas en
la ciudad de Burgos fue muy deseada por Madre Teresa. Lo dice ella
expresamente:
“ Había más de seis años que algunas personas de mucha
religión de la Compañía de Jesús, antiguas y de letras y espíritu, me decían
que se serviría mucho nuestro Señor de que una casa de esta sagrada Religión
estuviese en Burgos, dándome algunas razones para ello que me movían a
desearlo. Con los muchos trabajos de la Orden y otras fundaciones, no había
habido lugar de procurarlo”.
Fue la última Fundación. Por el año 1580 pasó por
Valladolid don Cristotal Vela, que había sido destinado como Arzobispo de
Burgos y con él se entrevistó M.Teresa.Le anticipó su deseo de hacer una
fundación en Burgos.Y su amigo el obispo de Palencia se lo pidió expresamente”
El dijo,- escribe la Fundadora-, que daría la
licencia muy de buena gana para fundar un monasterio...porque él conocía
lo que se servía en ellos nuestro
Señor...Así me dijo el obispo que por la licencia no quedase. Que el se había
holgado mucho de ello. Y como no traía el concilio que se dé por escrito, sino
que sea con su voluntad, ello se podía entener por dada”.
En Burgos había una señora, Catalina de Tolosa,
vizcaina, de 43 años de edad, viuda de un mercader burgalés, de quien
tuvo nueve hijos, seis niñas y tres
varones.La piadosa viuda organizó su casa como si fuese un convento.Las hijas
rezaban con ella el oficio divino, y hacían sus horas de oración y ejercicios
de penitencia. Confesaban con los jesuitas.Informada de los conventos que
fundaba M. Teresa, se inclinaron todas a tomar ese modo de vida.Le pidieron que
fundase en Burgos. Pero como se retrasaba, las dos hijas mayores pidieron ser
admitidas en el convento de Valladolid, y las otras dos fueron admitidas en el
de Palencia.
Cuando Catalina de Tolosa pasó por Palencia, la Madre
le encargó buscase una casa alquilada para tomar la posesión, y fundar en ella su convento de
descalzas.
Pero ,- dice la
Madre-, pareció que era mejor hacer primero lo de Palencia, como estaba más
cerca y por ser el tiempo tan recio y Burgos tan frío, y por dar contento al
buen obispo de Palencia. Y así se hizo como queda dicho. Y como estando allí se
ofreció la fundación de Soria, pareció, pues allí se estaba todo hecho, que era
mejor ir primero y desde allí a Soria”.
La fundación del glorioso San José de Santa Ana en la ciudad de Burgos se complicó
más de lo esperado. Lo más dificil fue obtener la licencia por escrito del Arzobispo, aunque la había dado ya de palabra.
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