HACED DE LA NECESIDAD VIRTUD
Santa Teresa sale al paso de los que le dicen a Dios con la boca chica “hágase tu voluntad”, por temor a que Dios se lo tome en serio, y le envíe trabajos o sufrimientos. En el borrador Teresa escribía:” yo he topado a algunas personas tan pusilánimes, que no tienen corazón para entregar a Dios su voluntad por miedo a las consecuencias. O es que lo dicen por decir lo que todos, más no para hacerlo".
Son los dos escollos de siempre: decir ese “hágase” entre el miedo y la superficialidad.En ese caso, “no lo digamos”, prefiere la Santa. A ella misma, sin duda, le ha costado superar esos dos escollos. Pero, por fin, llegó el momento en que de verdad pudo decir a Cristo, o al Padre, como san Pablo “ qué queréis, Señor, que haga”. Y lo glosó en uno de sus poemas más hermosos. “ Vuestra soy, para Vos nací: ¿qué quereis, Señor, de mí?”.
Para vencer el miedo o la superficialidad, Teresa nos dice rotundamente: la voluntad de Dios se ha de cumplir siempre, lo queramos o no lo queramos. Por consiguiente, hagamos de la necesidad virtud. La escuchamos:
Yo pienso esto, gusto de las personas que no osan pedir trabajos al Señor, que piensan está en esto el dárselos luego. No hablo en los que lo dejan por humildad, pareciéndoles no serán para sufrirlos; aunque tengo para mí que quien les da amor para pedir ese medio tan áspero para mostrarle, le dará para sufrirlos.
Querría preguntar a los que por temor no los piden de que luego se los han de dar, lo que dicen cuando suplican al Señor cumpla su voluntad en ellos, o es que lo dicen por decir lo que todos, mas no para hacerlo. Esto,hermanas, no sería bien. Mirad que parece aquí el buen Jesús nuestro embajador, y que ha querido intervenir entre nosotros y su Padre, y no a poca costa suya; y no sería razón que lo que ofrece por nosotros dejásemos de hacerlo verdad, o no lo digamos.
Ahora quiérolo llevar por otra vía. Mirad, hijas, ello se ha de cumplir, que queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el cielo y en la tierra; creedme, tomad ni parecer y haced de la necesidad virtud (CP 32, 3-4).
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