YO HE SIDO MUY QUERIDA Y ¡LOS QUERÍA TANTO!
Después de que Madre Teresa haya insistido en que las monjas de su convento nuevo de san José no estén apegadas a sus familiares, ni pierdan tiempo en tener recreaciones con ellos en los locutorios, algún lector podía pensar que ella no debía recibir el cariño de sus padres y hermanos ni mostrarles ella, a su vez, su amor filial y fraternal. Por eso, a renglón seguido, aclara que ella ha sido muy querida de ellos y ella los ha correspondido entrañablemente.
Siendo monja en el monasterio de la Encarnación , obtuvo licencia para asistir a su padre en la última enfermedad y darle el consuelo de estar a su lado, estrechándole la mano, cuando expiró. Ahora ya es carmelita descalza en san José y con sus monjas ha prometido clausura absoluta y desasimiento de todo lo criado. Pero el párrafo, que dedica al amor filial y fraterno, recomienda a sus monjas y a sus lectores que lo practiquen. La escuchamos:
Yo he sido querida mucho de ellos, a lo que decían, y yo los quería tanto que no los dejaba olvidarme; y tengo por experiencia, en mí y en otras, que dejados padres (dejando a salvo los padres y hermanos), en los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y quien menos han ayudado en ellos; los siervos de Dios ,sí. Los padres por maravilla dejan de hacer por sus hijos, y es razón con ellos cuando tuvieren necesidad de consuelo, si viéremos no nos hace daño a lo principal, no seamos extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos.
Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debeis, que no hallaréis mejores deudos que los que su Majestad os enviare; yo sé que es así. Y puestas en eso, como lo vais, y entendiendo que en hacer otra cosa faltais al verdadero amigo y Esposo vuestro, creed que muy en breve ganareis esta libertad; y que de los que por solo él os quisieren, podéis fiar más que de todos vuestros deudos, y que no os faltarán; y en quien no pensais, hallareis padres y hermanos.
Porque, como éstos pretenden la paga de Dios, hacen por nosotras; los que la pretenden de nosotras, como nos ven pobres y que en nada les podemos aprovechar, cánsanse presto. Que no creo va en huir el cuerpo, sino en que determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús, Señor nuestro, que como allí lo halla todo, lo olvida todo (CP 9, 3-4).
Después de que Madre Teresa haya insistido en que las monjas de su convento nuevo de san José no estén apegadas a sus familiares, ni pierdan tiempo en tener recreaciones con ellos en los locutorios, algún lector podía pensar que ella no debía recibir el cariño de sus padres y hermanos ni mostrarles ella, a su vez, su amor filial y fraternal. Por eso, a renglón seguido, aclara que ella ha sido muy querida de ellos y ella los ha correspondido entrañablemente.
Siendo monja en el monasterio de la Encarnación , obtuvo licencia para asistir a su padre en la última enfermedad y darle el consuelo de estar a su lado, estrechándole la mano, cuando expiró. Ahora ya es carmelita descalza en san José y con sus monjas ha prometido clausura absoluta y desasimiento de todo lo criado. Pero el párrafo, que dedica al amor filial y fraterno, recomienda a sus monjas y a sus lectores que lo practiquen. La escuchamos:
Yo he sido querida mucho de ellos, a lo que decían, y yo los quería tanto que no los dejaba olvidarme; y tengo por experiencia, en mí y en otras, que dejados padres (dejando a salvo los padres y hermanos), en los demás, aunque me he visto en trabajos, mis deudos han sido y quien menos han ayudado en ellos; los siervos de Dios ,sí. Los padres por maravilla dejan de hacer por sus hijos, y es razón con ellos cuando tuvieren necesidad de consuelo, si viéremos no nos hace daño a lo principal, no seamos extraños, que con desasimiento se puede hacer, y con hermanos.
Creed, hermanas, que sirviéndole vosotras como debeis, que no hallaréis mejores deudos que los que su Majestad os enviare; yo sé que es así. Y puestas en eso, como lo vais, y entendiendo que en hacer otra cosa faltais al verdadero amigo y Esposo vuestro, creed que muy en breve ganareis esta libertad; y que de los que por solo él os quisieren, podéis fiar más que de todos vuestros deudos, y que no os faltarán; y en quien no pensais, hallareis padres y hermanos.
Porque, como éstos pretenden la paga de Dios, hacen por nosotras; los que la pretenden de nosotras, como nos ven pobres y que en nada les podemos aprovechar, cánsanse presto. Que no creo va en huir el cuerpo, sino en que determinadamente se abrace el alma con el buen Jesús, Señor nuestro, que como allí lo halla todo, lo olvida todo (CP 9, 3-4).
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