jueves, 29 de marzo de 2012

QUIEN EN JESÚS LO HALLA TODO, LO OLVIDA TODO



QUIEN EN JESÚS LO HALLA TODO, LO OLVIDA TODO

La radicalidad de Madre Teresa en seguimiento de Cristo, la lleva a cortar por lo sano toda relación con el mundo. Actúa y aconseja con una doble convicción de fondo: la consigna evangélica del desasimiento total para el seguimiento de Cristo, y la intuición psicológica de la necesidad de cortar dependencias humanas profundas, para llegar a la libertad del adulto y a la purificación del amor.

En el capítulo 9º de Camino propone a sus monjas del convento de San José que no consientan la intromisión de los familiares y donantes en la vida monástica, ni que las monjas estén pendientes de ellos en lo económico y lo social.. Sabe bien Teresa que para llegar a la madurez o a la edad adulta del espíritu, es preciso cortar el cordón umbilical que liga a la persona al tronco familiar de origen. Cortarlo, con todo lo que supone de dependencia y no libertad, para que también el amor a su familia sea un amor puro espiritual, y no empañe la entrega “ al verdadero amigo y esposo nuestro”. Servirá para vivir la relación familiar, con parientes y deudos, purificada y potenciada sin dependencia frustradora, con libertad, sin posesividad, con amor más fuerte y real, más capaz de dar, y, sobre todo, servirá para darse del todo al Todo. La escuchamos:

¡Oh, si entendiésemos las religiosas el daño que nos viene de tratar mucho con deudos, cómo huiríamos de ellos!. Yo no entiendo qué consolación es ésta que dan. Que de sus recreaciones no podemos ni es lícito gozar, y sentir sus trabajos, sí. A usadas (ciertamente) que si algún regalo hacen al cuerpo, que lo paga bien el espíritu. De esto estáis aquí quitadas, que, como todo es común y ninguna puede tener regalo particular, así la limosna que las hacen es en general, y queda libre de contentarlos por esto, que ya sabe que el Señor las ha de proveer por junto.

Espantada estoy del daño que hace tratarlos; no creo lo creerá sino quien lo tuviere por experiencia. Y ¡qué olvidada parece está el día de hoy en las religiones esta perfección!. No sé yo qué es lo que dejamos del mundo las que decimos que todo lo dejamos por Dios, si no nos apartamos de lo principal, que son los parientes.

En esta casa, hijas. Mucho cuidado de encomendarlos a Dios, que es razón; en lo demás, apartarlos de la memoria lo más que podamos, porque es cosa natural asirse a ellos nuestra voluntad más que a otras personas (CP 9, 1-3).



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