Juan de Arfe.1571- En custodia del Corpus.Ávila
EVANGELIO, SEGÚN SANTA TERESA.IX
No hay palabras para ponderar, con el mayor encarecimiento la pureza y el vigor que contagian sus escritos. Nos acogemos al testimonio infalible de la Iglesia, columna y sostén de la verdad, cuando pide a Dios que todos sus hijos nos alimentemos de la celestial doctrina de Santa Teresa. Por la garantía que nos da su doctrina, el papa Pablo VI la proclamó solemnemente Doctora Universal de la Iglesia en 1970, y que ha resultado ser la primera mujer , de todos los tiempos, que mereció tal distinción.
Con esa intenciones, les ofrecemos hoy estos fragmentos de sus escritos-
¡Oh bienaventuradas almas celestiales! Ayudad a nuestra miseria y sednos intercesores ante la divina misericordia para que nos dé algo de vuestro gozo y reparta con nosotros de ese claro conocimiento que tenéis.
Dadnos, Dios mio, Vos a entender qué es lo que se da a los que pelean varonilmente en este sueño de esta vida.
Nunca da Dios trabajo, que no lo pague luego con algún regalo.
Gran cosa hace un buen entendimiento para todo.
¡Cuánto más ánimo tienen para grandes cosas los siervos de Dios, que los de grandes linajes!
Mirad que no nos entendemos, ni sabemos lo que deseamos, ni atinamos lo que pedimos.
Comparemos lo que para siempre el Señor nos tiene guardado, con todos los gozos y promesas falsas y traidoras del demonio. ¿Qué ha de hacer con nosotros quien fue tan traidor contra Dios?
No hay edificio de tanta hermosura, como un alma limpia y llena de virtudes: y mientras mayores, más resplandecen las piedras. En este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser nuestro huésped.
AMEN
AMEN
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