NO HAYAIS MIEDO MURAIS DE SED
En el capítulo 20 de Camino Madre Teresa vuelve a tratar de la oración, situándonos en un camino que conduce a una fuente de agua viva, en la que podemos saciar nuestra sed de Dios. Hay tantos caminos como personas:”Ya dije que tenía el Señor diferentes caminos por donde iban a él, así como había muchas moradas. Como entendió su Majestad nuestra flaqueza, proveyó como quien es.Mas no dijo :^por este camino vengan unos, y por éste otros^; antes fue tan grande su misericordia, que a nadie quitó procurase venir a beber a esta fuente de vida”.
Y también, como es lógico, cada uno tiene su propia sed, según su capacidad saciativa. Y el agua de la fuente fluye en arroyuelos o se detiene en charquitos. Por el camino de la oración, a la búsqueda del agua viva de la contemplación, “como Dios es tan bueno, no nos fuerza; antes da de muchas maneras a beber a los que le quieren seguir, para que ninguno vaya desconsolado ni muera de sed. Porque de esta fuente caudalosa salen arroyos, unos grandes y otros pequeños, y algunas veces charquitos para niños, que aquello les basta, y más, sería espantarlos ver mucha agua. Así que, hermanas, no hayais miedo muráis de sed en este camino; nunca falta agua de consolación”.
Lo peor que le puede pasar a uno que inicia el camino de la oración es detenerse y no seguir adelante. Madre Teresa reacciona con la energía que la caracteriza:
“Tomad mi consejo y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estais aquí a otra cosa sino a pelear. Y con ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar al fin del camino, si os llevare el Señor con alguna sed en esta vida, en la que es para siempre os dará de beber con toda abundancia y sin temor de que os ha de faltar”(CP 20,1-2).
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