lunes, 6 de junio de 2011

TERESA VEÍA AL MISMO CRISTO



En el encuentro, seguimiento e identificación de Teresa con Jesucristo, en la oración, "le veía", le oía, le palpaba.De esas visiones sobrenaturales estaba completamente segura. Realmente le acaeía no una vez, sino varias. Pero no encontraba palabras para describirlas, y poder así convencer a su confesor de lo que le acontecía verdaderamente. Dice que lo que veía no era una simple imagen de Jesús, sino a El mismo en persona; como no es lo mismo ver el retrato de un amigo que al amigo en persona.



Los lectores nos recreamos en estas visiones de Teresa, porque encontramos en esta mujer un testimonio concreto y maduro de una realización perfecta del cristianismo, en la edad adulta entre los cuarenta y los cincuenta años. Una santa de pies a cabeza.



Estos encuentros vivenciales de Teresa nos revelan, que por perseverar en responder, de la forma más perfecta que ella podía, a la vocación a la santidad, Dios la regaló estos inmensos dones, de los ella era consciente de no merecer. Será un gozo para mis amigos del BLOG leer estos párrafos deliciosos y edificantes de nuestra Santa:



"Lo que yo ahora querría decir es el modo cómo el Señor se muestra por estas visiones: no digo que declararé de qué manera puede ser poner esta luz tan fuerte en el sentido interior, y en el entendimiento imagen tan clara, que parece verdaderamente está allí, porque esto es de letrados. No ha querido el Seññor darme a entender el cómo; y soy tan ignorante y de tan rudo entendimiento que, aunque mucho me lo han querido declarar, no he aún acabado de entender el cómo".



"Algunas veces se espantaba el que me confesaba, de mis ignorancias; y jamás me di a entender, ni aún lo deseaba, cómo hizo Dios esto o pudo ser esto, ni lo preguntaba, aunque - como he dicho- de muchos años acá, trataba con buenos letrados. Veía que no había de qué me espantar, sino por qué le alabar. Y, antes, me hacen devoción las cosas dificultosas; y mientras más, más".



"Diré, pues, lo que he visto por experiencia. El cómo el Señor lo hace, vuestra merced lo dirá mejor. Bien me parecía, en algunas cosas, que era imagen lo que veía, mas por otras muchas nó, sino que era el mismo Cristo, conforme a la claridad con que era servido mostrárseme. Unas veces era tan en confuso, que me parecía imagen, no como los dibujos de acá por muy perfectos que sean, que los he visto muy buenos. Es disparate pensar que tiene semejanza lo uno con lo otro en ninguna manera, no más ni menos que la tiene una persona viva a su retrato, que por bien que esté sacado no puede ser tan natural; que, en fin, se ve que es cosa muerta".



En estas visiones " hay la misma diferencia que de lo vivo a lo pintado. Porque si es imagen, es imagen viva; no hombre muerto, sino Cristo vivo; y da a entender que es hombre y Dios. No como estaba en el sepulcro, sino como salió de él después de resucitado. Y viene a veces con tan gran majestad, que no hay quien pueda dudar, sino que es el mismo Señor"(V 28, 6-7).






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