Coro alto. Monasterio de la Encarnación.Ávila
Hoy, 19 de enero, a las seis de la tarde, las Carmelitas de la Encarnación de Ávila recrean el acontecimiento que Santa Teresa describe como una aparición de la Santísima Virgen. ¡Así como suena! Lo mismo que en Loudes o en Fátima, también en Ávila la Santísima Virgen bajó del cielo y se apareció, nó a unos niños, ni a una joven, no en el campo, ni sobre una encina o en una cueva, sino a una monja , en el coro, mientras ella y la comunidad de carmelitas cantaban la Salve.
Esa monja era la priora,Teresa de Jesús, nuestra Santa. La Virgen no le pidió, como a los pastorcitos de F´tima, que lo divulgara, ni que hicieran una capilla e el lugar de la aparición. Por eso, esta aparición pasó desapercibida. Fue un regalo íntimo, personal, que Teresa guardó celosamente en su memoria, pero que años después escribió de su puño y letra, y lo describe así:
La víspera de san Sebastián, el primer año que vine a ser priora en la Encarnación, comenzando la Salve, vi en la silla prioral, a donde está Nuestra Señora, bajar, con gran multitud de ángeles, la Madre de Dios y ponerse allí. A mi parecer, no vi la imagen entonces, sino esta Señora que digo...Parecíame ,encima de las comas de las sillas y sobre los antepechos, ángeles, aunque no con forma corporal, que era visión intelectual. Estuvo así toda la Salve, y díjome: "Bien acertaste en ponerme aquí, yo estaré presente a las albanzas que se hicieren a mi Hijo, y se las presentaré".
Después de esto, quedeme yo en la oración que traigo de estar el alma con la Santísima Trinidad, y parecíame que la persona del Padre me llegaba a Sí, y me decía palabras muy agradables. Entre ellas, me dijo, mostrándome lo que me quería: Yo te dí a mi Hijo y al Espíritu Santo y a esta Virgen, ¿qué me puedes tú dar a Mí?
Amigos del BLOG, esta tarde os tendré presentes ante la misma imagen de la Virgen, mientras las actuales monjas carmelitas canten de nuevo la Salve, y pedi´r por vuestras intenciones y necesidades, para que todos crezcamos en el Amor a Dios y a nuestra santísima Madre. Nicolás González
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