miércoles, 30 de marzo de 2011

UNA FE VIVA,FUERTE,SIEMPRE PROCURA IR CONFORME A LO QUE TIENE LA IGLESIA



Santa Teresa confronta sus experiencias con dos criterios: las sagradas Escrituras y la Iglesia. En todo es ejemplar. Su fe vivísima, por la que asegura se dejaría matar mil veces antes que dudar en un ápice de lo que enseña la Iglesia. Su esperanza firmísima, con la cual, cuando todo en lo humano, se conjuraba contra ella, especialmente en sus Fundaciones, esperaba contra toda esperanza, fundada en la Palabra de Dios, contenida en los Evangelios.


Su amor ardiente; su discreción, su penitencia, su sabiduría. La anchura de su corazón, su magnanimidad asombrosa, su grandeza de alma. En todas las virtudes, practicadas por Teresa, tienen un brillo y esplendor que les comunica su alma grande. La escuchamos:


Tengo por muy cierto que el demonio no engañará, ni lo permitirá Dios, a alma que de ninguna cosa se fía de sí y está fortalecida en la fe, que entienda ella de sí que por un punto de ella moriría mil muertes. Y con este amor a la fe, que infunde luego Dios, que es una fe viva, fuerte, siempre procura ir conforme a lo que tiene la Iglesia, preguntando a unos y a otros, como quien tiene ya hecho asiento fuerte en estas verdades, que no la moverían cuantas revelaciones pueda imaginar -aunque viese abiertos los cielos- un punto de lo que tiene la Iglesia.


Si alguna vez se viese vacilar en su pensamiento contra esto, o detenerse en decir: pues si Dios me dice esto, también puede ser verdad, como lo que decía a los santos, no digo que lo crea, rechace estos pensamientos. Muchas veces en este caso creo no vendrán si el alma está en esto tan fuerte como la hace el Señor a quien da estas cosas, que le parece desmenuzaría los demonios sobre una verdad, de lo que tiene la Iglesia, muy pequeña.


A lo que yo veo y sé de experiencia, de tal manera queda el crédito de que es Dios, que vaya conforme a la Sagrada Escritura. Y si un tantico torciese de esto...,está tan clara esta señal para creer que es demonio, que, si entonces todo el mundo me asegurase que es Dios, no lo creería.


Acojamos estas palabras de santa Teresa, que inspiran fortaleza y ánimo. Con atentos saludos, Nicolás González

domingo, 27 de marzo de 2011

MADRE TERESA, ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!



El 28 de marzo de 1515 nació Teresa de Ahumada, hace exactamente 496 años. Como capellán de este Monasterio de la Encarnación, esta tarde me he encontrado con un grupo de unas cien personas, de todas las edades, que han hecho a pie 24 kilómetros, desde el pueblo de Gotarrendura hasta este convento de Ávila, precisamaente como homenaje a santa Teresa en su cumpleaños.


Mientras llegaban aquí, arriba en la plaza principal de la ciudad, llamada el Mercado Grande, había una manifestación en defensa de la vida. Y unía en mi imaginación ambos acontecimientos: por amor a la vida, en la casa de Don Alonso y Doña Beatriz, en la primeras décadas del siglo XVI nacieron tres hermanas y nueve hermanos, una de ellas llegaría a ser una de las mujeres más invocada y querida en el mundo entero, santa Teresa de Jesús.


Al escribir su diario, Teresa recuerda la piedad y religiosidad de su familia. De su padre exalta su caridad y piedad para con los pobres y necesitados, de ser hombre de "gran verdad" y de su madre, la honestidad y la "harta hermosura". Ella heredó la riqueza moral de sus progenitores: de su padre, el amor a la verdad; de su madre, la piedad y la hermosura de su cuerpo y de su alma. A los 50 años, evocará "la verdad de cuando niña", que todo es nada, que todo se pasa, y que ella quería vivir para siempre , siempre, siempre. Y lo consiguió de Dios.


Que santa Teresa sigue viva, después de 496 años, nadie lo puede negar. A este monasterio llegan personas a invocarle favores o a darle gracias por habérselos concedido. La siguen invocando desde miles de iglesias , capillas e, incluso, alguna catedral, repartidas por los cinco continentes. Las Monjas y los frailes Carmelitas, perteneciente a la Orden que ella fundó, también se cuentas por millares. Incontables son los que la encuentran en sus libros.


La misionera que desde Corea del Sur visita este BLOG, me dice que en sus textos Teresa le dice cosas que le hacen mucho bien. Y un seminarista de México ha encontrado su vocación al sacerdocio, al descubrir lo que esta Santa les debe a los que fueron sus directores espirituales.


¡Teresa vive! ¡Viva santa Teresa!

jueves, 24 de marzo de 2011

SEÑOR, DAME ESA AGUA. Domingo día 27 marzo


Caliz llamado de san Segundo.Siglo XIII. Restos de esmaltes.-
NOTA: Venimos reproduciendo detalles de este caliz,
y seguiremos en semanas sucesivas.

III DOMINGO DE CUARESMA .A

Jesús llega a un pueblo de Samaría, llamado Sicar. Cansado del camino, se sienta junto al pozo construido por el patriarca Jacob. Era alrededor del mediodía. Los discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. Entre tanto, estando sentado Jesús en el brocal del pozo,llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: “Dame de beber”.- Esta petición de Jesús,- dice Benedicto XVI-, “expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del gua que brota para vida eterna: es el don del Espíritu Santo, que hace de loscristianos “adoradores verdaderos”, capaces de orar al Padre en espíritu y en verdad.¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed del bien, de verdad y de belleza!. Sólo esta agua que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha. “hasta que descanse en Dios”, según las célebres palabras de san Agustín.”

La mujer reacciona sorprendida: “¿Cómo tú,siendo judio, me pides de beber a mí, que soy samaritana”?.- El Evangelio nos advierte que los judios no se trataban con los samaritanos.Jesús, al pedir agua a la samaritana, se muestra necesitado de ayuda, porque tiene sed.Reconoce que ella puede darle algo que le es indispensable , y se lo pide con toda confianza.-

Jesús le contestó :” Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, le pedirías tú y El te daría agua viva”.. Así se inicia un diálogo. Jesús promete a la samaritana un agua que será, para quien beba de ella, fuente que salta para la vida eterna, de tal manera que quien la beba no volverá a tener sed. Aquí,junto al pozo construido por Jacob para dar agua a las personas y a los ganados, los judios recuerdan a Jacob como el gran patriarca ,que precisamente con el pozo ha dado el agua, elemento esencial para la vida.- Jesucristo nos recuerda que el hombre tiene una sed mucho mayor aún, una sed que va más allá del agua de un manantial que se acumula en un pozo, pues busca una vida que sobrepase el ámbito de lo biológico.- Lo mismo ocurre cuando Jesucristo les da de comer a la multitud hambrienta, Al darles pan natural para saciar el hambre del estómago, les promete darles otro pan. De este modo , la promesa del agua nueva y del nuevo pan se corresponden. Corresponden a esa otra dimensión de la vida que el hombre desea ardientemente de manera ineludible. En la conversación con la Samaritana, Jesucristo habla del otro agua, que es símbolo del espíritu, de la verdadera fuerza vital que apaga la sed más profunda del hombre y le da la vida plena, que él espera aún sin conocerla. Habla de un don de Dios, de un agua viva que él es capaz de dar a los creen en El: el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna”.-

Ese agua que le ofrece es el don de la fe. La fe es manantial de todas las gracias. Es el agua viva del espíritu, el agua de la verdad, el agua de la alegría, de la paz interior, de la vida divina, de la vida eterna.- Con esa promesa de dar un agua viva, un agua que transforma al hombre en lo profundo de su ser; un don permanente que hace nacer en la persona una vida nueva, se despertó el anhelo de la mujer samaritana y respondió: “Señor, dame esa agua”.

Hagamos nuestra esa misma súplica al Señor. Digámosle también cada uno de nosotros :” Señor, dame esa agua”. Sintámonos sedientos de luz, de justicia, de felicidad, de amor, de paz interior, de eternidad. Es un misterio tremendo el de la sed que el ser humano siente por el infinito, el de la aspiración del hombre hacia Dios... Y a la vez, somos tan necios que intentamos apagar nuestra sed más profunda, la sed del alma, en los charcos enfangados del placer, del consumo, del poder, del prestigio, de la fama. Charcos que no calman nuestra sed y que nunca podrán saciarla, que la acentúan , como agua salada.

Por eso hoy, delante del Señor nuestro Dios, en este domingo de cuaresma, venimos a pedirle ,como aquella mujer samaritana, el agua de su gracia, de su perdón, de su compasión, de su confianza. Señor, confio en tí, dame tu misericordia. Dame el agua limpia, fresca, pura de tu gracia , de tu vida divina, que me haga hijo tuyo. Ese agua nadie puede conseguirla por sí mismo, por sus méritos. Es un don de Dios.

Por eso la suplicamos humildemente, y como quien siente sed de Dios.- Decimos con palabras de un salmo : “Oh, Dios, Tú eres mi Dios, por Ti madrugo, mi alma está sedienta de Tí; mi carne tiene ansia de Tí, como tierra reseca, agostada , sin agua
En unión de oraciones,Padre Nicolás