DOMINGO DEL CORPUS
En este domingo evocamos la presencia de Dios en la Eucaristía, en ese pan consagrado que se transforma en pan de vida eterna. Es Jesucristo con toda su vida y su amor, que se nos da completamente….
En todas las ciudades y pueblos de mayoría cristiana, se celebra esta fiesta del Corpus con el máximo esplendor. Terminada la Misa solemne, se sale por las calles llevando a Jesús sacramentado en copones o custodias, que atraen las miradas y la adoración de los creyentes. Las colgaduras que adornan ventanas y balcones , las calles alfombradas con flores olorosas, los cantos , todo es expresión del culto que se tributa a Dios, oculto en la pequeña porción de pan, llamada la “forma”, en la que se ha quedado con nosotros hasta el final de los tiempos.
Por la comunión de esa “forma”, el Señor se adentra en nosotros para hacernos a su medida y darnos un corazón capaz de amar como el suyo. Por eso , también es el Día de la Caridad.
Para reafirmar nuestra fe y certeza en la realidad de este misterio llamado Eucaristía, dejémonos iluminar por la doctrina de Santa Teresa, que en la aceptación de este gran misterio es un testigo ejemplar de existencia cristiana.
Era tal su certeza en la presencia de Dios en la Eucaristía, que su intención primera al fundar un convento, era lograr que hubiera una casa más, en la que estuviera el Santísimo. Y llegaba a experimentar el mayor gozo, cuando en ella se celebraba la primera Misa y se dejaba al Señor en el sagrario.
Viendo, por la fe y el amor, a Jesucristo sacramentado, le amó apasionadamente, se desahogaba con El, lo adoraba en silencio, y estas vivencias íntimas la fueron renovando y transformando en una mujer nueva. El encuentro con Cristo al comulgar a diario, la hizo a otra. Ya no vivirá para sí misma y en virtud de sí misma, sino para Cristo y en él. Ese mismo proceso de renovación y de transformación fue el que llevó a cabo la Santa en sus fundaciones, inculcando la veneración a la Eucaristía, como compañía de un Dios confidente a la búsqueda de consumar la unión en el amor con sus hijos e hijas.
Dejémonos iluminar interiormente por esa luz que irradia Jesús sacramentado, desde el sagrario o desde la custodia. Desde ahí, la vida, la historia, nuestros quehaceres y afanes los veremos de distinta manera. Será otro ,también, nuestro modo de ver el mundo, de comprender la realidad, todo nuestro modo de pensar. El pensamiento del hombre, sin fe viva, será el modo de pensar común, que está orientado a la posesión de los bienes materiales, al bienestar, a la influencia, al éxito, a la fama…, poniendo el propio yo en el centro del mundo.- El hombre nuevo, en cambio, pone en el centro de su vida a Dios, y busca descubrir su voluntad, de manera que ella modele nuestra voluntad, para que también nosotros queramos lo que quiere Dios, para que reconozcamos que Dios quiere lo mejor para nosotros, que Dios quiere lo bello y lo bueno.
¡Viva Jesús Sacramentado! Que la celebración de este domingo nos una más íntimamente a Jesús.presente en la Sagrada Hostia. Amen
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